En un mundo de Alfas y Omegas, Samuel De Luque, un Omega que desconfía en los Alfas, conoce a Rubén Doblas, un Alfa un tanto juguetón y por la extraña decisión de sus madres, ambas Alfas, de comenzar a convivir juntas el mundo de ambos dará un giro...
Cuando llegaron a casa, aún cansado, Samuel se dedicó a decorar la sala y a colocar y adornar el arbolito que habían comprado; no podía esperar a verlo todo montado. Por más que Rubén intentó ayudarlo, el azabache se negó así que no le quedo más opción que verlo trabajar, yendo y viniendo de un lado al otro. Aquello era algo que al Alfa le gustaba del Omega, esa demostración de fuerza, de que podía con todo y que no necesitaba de nadie, que era capaz de mucho.
Rubius sonrió al ver al contrario colgando, en el umbral que unía a la sala con el pasillo que da a la cocina, un muérdago y con sutileza se paró debajo cuando Samuel bajaba de la silla en la que estaba subido.
-Ejem-.
-¿Ahora qué quieres Doblas?- preguntó al ver su boba sonrisa mientras con uno de sus dedos señalaba hacía arriba- que cochino eres- respondió.
-Es la tradición- se defendió el Alfa.
-Cierra los ojos- respondió Samuel.
Rubén no creyó que aquello fuera posible, estaba seguro que el Omega haría lo necesario para escabullirse de eso, sin embargo no lo hizo, así que cerró sus ojos tal y como pidió. Sabía que no sería un beso en sus labios, pero así fuera en su mejilla le bastaba. Sin embargo se arrodillo frotando su frente, cuando Samuel lo golpeó con el lado derecho de su dedo corazón, dejando la zona rojiza.
-Aaaahhh cabrón eso do...-.
El beso que luego depositó el Omega en su frente interrumpió su queja. No esperaba para nada aquellos acontecimientos, sin embargo lo suponía, Samuel no era un Omega fácil de ganarse.
-Estoy cansado, me voy a dormir- dijo luego de bostezar.
-Sam- lo sujetó del brazo poniendo mucha atención al rostro del azabache.
El Omega le sonrió- Estoy bien, solamente me siento cansado- aseguró y el Alfa lo soltó asintiendo- buenas noches-.
-Buenas noches Veg-.
Luego del suceso en el hotel con Vegetta y su celo, Rubius había comenzado a ser bastante protector con él sin darse cuenta. No quería que se estresara demás como había sucedido en el pasado y las locuras de Samuel por causa del mismo estrés.
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-El pastel se ve delicioso y tiene una buena presentación- dijo animado Samuel la noche siguiente- ¿Te llamó Nieves?- preguntó a Rubius a su lado, mientras se preparaba la cena de noche buena.
-Sí, temprano, diciendo que nos traerían muchos regalos de su "viaje de negocios"- rio por lo bajo- a lo que le respondí que no era necesario, que su regalo para mí era "pagar su tarjeta de crédito"- agregó- estuvo veinte minutos regañándome- se carcajeo.