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-Este niño desagradecido- suspiró resignada Akira dejando una taza humeante sobre la barra de la cocina.

-¿Qué ocurre?- preguntó Nieves a la recién llegada mientras terminaba de lavar la vajilla y su hijo secaba y guardaba.

-Samuel, no quiere beber su te- respondió la pelirroja, quien también suspiró negando.

-Lo entiendo, ese te es horroroso Akira- respondió cerrando el grifo- además ¿No crees que ya es suficiente? No creo que lo necesite a estas alturas- agregó.

-Pregunta- interrumpió Rubius la charla- ¿Por qué es importante ese te?- inquirió con curiosidad, si sabia que el Omega solía tomarlo durante su celo pero nunca entendió porque Akira insistía en que lo bebiera.

-Mantiene su celo a raya y lo relaja cuando está muy estresado- respondió la madre de aquel Omega- ya sabes lo peligroso que puede ser Samuel cuando su celo lo domina- dijo con seriedad.

Rubius sabía muy bien a que se refería pero el celo de Samuel ya había pasado aunque ellas no estaban al tanto de todo lo que había sucedido entre ambos y no debían o de lo contrario sería nuevamente interrogado.

-Bueno, pero, Samuel no está estresado en estos momentos y su celo paso tranquilo, no creo que sea necesario darle ese te cada vez que lo ven estresado- dijo pensativo- va a pasar un tiempo y luego ese te no le servirá en lo absoluto y tendrás que buscarle otro tipo de tranquilizante, creo que si no lo necesita no deberías obligarlo a beberlo-.

-Si, lo había pensado- respondió Akira cansada- pero esta bien asegurarse de este tema-.

-Te lo diré una vez Akira- dijo Rubén serio tomando la taza que la rubia había dejado sobre la mesada de la cocina- no lo presiones- agregó yéndose de la cocina con el té en sus manos.

El Alfa dejó a las dos mujeres de la casa en la cocina hablando entre ellas mientras él subía las escaleras directo a la habitación del Omega.
Golpeó suavemente a la puerta escuchando un bajo "pase" por parte del dueño de la habitación.

-Veg-.

-¿Qué?- preguntó tumbado en la cama boca abajo.

Rubis tanteo suavemente el terreno, aún no lo había mandado al diablo así que con cuidado pero con paso decidido se acercó hasta el dejando la taza sobre la pequeña mesa de noche al lado de la cama y él tomando asiento en la silla del escritorio.

Samuel giró su cabeza y luego de ver al Alfa observó aquella taza. Su ceño se frunció ¿Qué? ¿Ahora serían tres Alfas contra él? Su madre se equivocaba rotundamente si creía que iba a ceder con Rubius.

-Esta vacía- dijo el Alfa llamando su atención- lo tiré en el baño antes de subir, pero dile que te lo bebiste, así estará más tranquila- agregó.

Samuel no se fiaba de aquello y terminó irguiéndose para tomar la taza entre sus manos y cerciorarse de que lo dicho por el Alfa era cierto- ¿Por qué?- inquirió sorprendido.

-Porque tu madre está loca- respondió con simpleza- y se pondrá más loca aún si no te lo bebes y si ella se pone loca pondrá loca a la mía y ahí me enloquecerán a mi- agregó haciendo una mueca dejándose caer aún más en la silla.

El Omega sonrió levemente mientras Rubius miraba al techo de aquella habitación en completo silencio.

-Entiendo porque mi madre se preocupa- dijo soltando un suspiro y dejando la taza sobre la mesilla nuevamente.

-Es por lo que ocurrió hace cosa de dos años ¿cierto?- preguntó sin mirarlo.

El corazón de Samuel se detuvo, comenzando a sudar frio- ¿Cómo es qué...?- no podía terminar aquella pregunta.

Quiero ser tú AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora