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La puerta de entrada se abrió lentamente aquella mañana y al entrar ambos pudieron escuchar un par de pasos que se acercaban rápidamente hasta ellos.
Akira fue la primera en aparecer, con el ceño fruncido y unos ojos rojos por tanto llorar la noche entera y luego Nieves con un semblante preocupado al ver al Omega y desaprobatorio al ver al Alfa detrás de él.

-¡¡Samuel De Luque!! ¡¡¿Cómo se te ocurre hacer esto?!! ¡¡¿Quieres matarme de un susto?!!- exclamó Akira acercándose a su hijo- ¡¡Te desapareces toda la noche y le causas problemas a Rubén y a Nieves!! ¡¡Es que te desconozco!!- lo regañó, realmente estaba aterrada, todo la noche sin noticias suyas hicieron que lo pasara fatal.

El ceño del azabache se frunció igual que el de Akira y con una postura desafiante no se dejó grita más- ¿Qué ocurre madre? ¿Acaso te sienta fatal una prueba de tu propio chocolate?- inquirió mordaz dejando a su madre boquiabierta.

Rubén lo notó, y no lo entendía ¿Su lobo hablaba por él o Vegetta era capaz de dominarlo como quisiera? Aquello generaba dudas en el Alfa, porque si Vegetta era capaz de controlar a su lobo entonces lo de la noche anterior...

-Haces muchas cosas sin siquiera consultar conmigo o preguntar si me sentiré bien o no- continuó el Omega- te "preocupas por mi"- dijo haciendo énfasis en sus palabra colocando las comillas con sus dedos- no quieres que me estrese y me sienta fatal, pero siendo sinceros madre, tu eres la que más estrés me genera- la reprendió cruzando sus brazos frente a él con aquella mirada desafiante en sus ojos. Amatista y amatista chocando.

Akira tomó aire y lo exhaló- okey, esta bien, tienes razón en eso pero esa no es excusa para...- se detuvo en seco cuando sintió el aroma de Samu- ¿Qué hicieron?- inquirió mirando primero a su hijo y luego al Alfa- ¿Por qué tus feromonas bañan a mi hijo?- preguntó a Rubén que se sorprendió por aquella asesina mira en el rostro de Akira.

-¿Rubén que hiciste?- murmuró su madre acercándose también.

Samuel sonrió ante aquellas miradas- ¿Creen que son las únicas que pueden sorprender?- preguntó mordaz, el enojo del día anterior no se había ido, aún estaba ahí- Rubén es mi Alfa ahora- mintió.

Akira miró a Rubén y luego a su hijo nuevamente- ¿bromean?-.

-¿Qué ganaríamos con ello?-.

-Samuel-.

-Madre-.

-Rubén- Nieves quiso acercarse a su hijo pero Vegetta fue mas rápido.

-Vamos arriba Alfa- le sonrió tomando su mano y subiendo rápidamente hasta su habitación. Seguido por ambas madre preocupadas corriendo detrás de ellos.

-¡¡Samuel!!- exclamó Akira molesta.

-Déjame, quiero estar con mi Alfa- dijo cerrando la puerta de su habitación en las narices de ambas mujeres y corriendo a cerrar la de Rubén, pasando a través del baño.

Volvió a su cuarto y tomó asiento en su cama escuchando a su madre regañarlo y advertirle que si no habría la puerta habrían mil consecuencias. Sin embargo el azabache no contestó a sus amenazas, ni si quiera se inmutó ante ellas.
Rubén estaba parado al lado de la puerta, Samuel llevó su dedo índice hasta sus propios labios pidiéndole silencio, que no dijera absolutamente ni una palabra. Quizás aquella situación se estaba yendo de las manos y el control del Omega, pero este parecía sereno.
Luego de casi treinta minutos, Akira desistió de hablar con su hijo, sabía que no lo lograría en aquel estado y sus feromonas furiosas habían llenado el pasillo e ingresado en gran medida en la habitación de Samuel. Este se hizo bolita en su cama, abrazándose así mismo, no iba a negar que las feromonas de su madre estaba causando estragos en su cuerpo, ya que su celo aún no pasaba.

Quiero ser tú AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora