Fue terrible

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Ya era de noche, las siete con cincuenta para ser exactos, Steve había quedado de pasar por mí a las ocho, así que faltaba muy poco, y sólo estaba arreglando los últimos detalles de mi look, llevaba un vestido negro sencillo, tennis, una chamarra de mezclilla y me había amarrado el cabello en una cola de caballo.

Mientras colocaba en mi cabello un moño de color rojo, escuché el claxon que ya conocía del carro de Steve, me dí una última mirada, tomé mi bolsa y salí de la habitación, en el piso de abajo estaban Jane y Mike, le dediqué una sonrisita a la chica a modo de saludo y ella me la devolvió.

—Saldré con Harrington.—Avisé, a lo que mi primo asintió.

Salí y me introduje en el auto, específicamente en el asiento del copiloto, Steve también llevaba una chamarra de mezclilla y una camiseta negra, cosa que me hizo soltar una risita cuando lo ví.

—Hey, somos del mismo equipo.—Le dije señalando mi chamarra con ambos dedos índice.

—Cierto—Me sonrió—Estamos conectados.

—Eso creo.

—O más bien me copiaste.—Fingió estar indignado.

—Está bien, me descubriste, ¿Qué puedo hacer para que me perdones?.—Le seguí el juego. Él arrancó el auto y sonrió.

—Si quieres mi perdón tendrás que acompañarme a Ohio, hace un par de meses hice un trato con Dustin y Mike, les dije que los llevaría a una convención allá, pero no quiero ir solo con ellos.—Me dijo y yo me reí negando con la cabeza.

—De verdad eres el niñero, ¿No es así?.

—Niñero por accidente—Aclaró—Pero sí, lo soy.

—¿Y cuándo piensan irse?.

—Pasado mañana, si es que aceptas ir, pasaría por tí muy temprano, como a las cinco de la mañana para estar allá a eso de las nueve y que los niños tengan un buen rato para divertirse, volveríamos en la noche, quizá a las siete u ocho.

Sonreí enternecida, era muy lindo de su parte querer hacer algo así por los chiquillos, siempre trataba de cuidarlos, ayudarlos y ser un buen ejemplo. No tenía nada qué hacer ese día así que no parecía una mala idea, además nunca había ido hacia allá, conocer sitios nuevos nunca está de más.

—Sí, ¿Por qué no? Vayamos.—Acepté.

—Genial.

Llegamos al lugar, el castaño se estacionó por ahí cerca y entramos, había estado en lugares así muy pocas veces, había gente, pero no estaba demasiado lleno, quizá se debía a que era un día entre semana, pero supuse que los fines de semana se llenaba más.

A primera vista, encontré muchas chicas que sentía que llamarían la atención de mi compañero, pero no había nadie que llamara la mía, por lo que estaba segura de que pasaría lo que pensé desde que me propuso venir, él encontraría una conquista bonita y yo me quedaría sola en un rincón aburriéndome, incluso era probable que volviera a ponerse ebrio y tuviera que encargarme de que llegara a su casa vivo y entero nuevamente. Lo único que me reconfortaba un poco era que si no aceptaba ir con él, de todas formas me habría aburrido, aunque tampoco era tan reconfortante si consideraba que la diferencia era que me hubiera aburrido sola en la habitación de la casa de mis tíos, en cambio aquí todas estas personas me verían sola y pensarían que soy patética.

Como era de esperarse muchas miraban a mi acompañante, la mayoría se quedaban sólo en eso, miradas, pero alcancé a ver a un par de ellas que le regalaron una sonrisa y jugaban con su cabello coquetamente, él no tenía que hacer literalmente nada para hablar con las chicas, a mí me costaba un poquito más de esfuerzo.

Stupid Cupid [Steve Harrington y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora