Stupid Cupid [Steve Harrington y tú]

Joyce

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Al día siguiente me estaba despertando tarde, eran como las doce, pero me había desvelado por llorar así que, aunque lo había intentado, no había podido levantarme antes. Llevaba puesta una pijama rosa decorada con dibujitos de galletas con chispas de chocolate, me la había regalado mi abuela por Navidad.

Cuando me ví en el espejo con mis espantosas ojeras y los ojos tan rojos como si me hubiera drogado toda la noche solté un suspiro.

—Ojalá pudiera ser tan feliz como ustedes.—Les hablé a las galletas de mi pijama, tenían dibujadas unas lindas sonrisitas.

Mientras las miraba recordé esa noche en la que Steve y yo habíamos hecho galletas con chispas de chocolate, ¿Saben cuál es la peor parte de las rupturas o separaciones? Que todo, de verdad absolutamente todo evoca el recuerdo de la persona en cuestión, ¡Es tan odioso!, ¿Cómo me voy a hacer a la idea de que me odia si mi cerebro encuentra la manera de relacionarlo con todo lo que tengo alrededor?.

Bajé a la cocina por un café, esperando que me ayudara a quitar o por lo menos a contrarrestar el efecto de la desvelada, mientras sacaba una taza mi prima Nancy llegó de la calle, no sé a dónde había ido y a decir verdad no me importaba mucho en ese momento, el punto es que entró a la casa. La noche anterior traté de ser sigilosa al entrar para no tener que entablar conversaciones con nadie y a su vez, evitar que me vieran llorar, por lo que aunque seguramente ya habían notado que ya estaba en su casa, no había hablado con mis primos aún.

Ella me miró extraño, supongo que por mi inusual aspecto pero intentó disimularlo dedicándome una sonrisa, la cual le devolví mientras se acercaba a mí, cuando estuvimos frente a frente me dio un cálido abrazo.

—¿Cómo estás?, ¿A qué hora llegaste?.—Me preguntó.

—No sé bien, ya era tarde, por eso no les avisé ni nada.—Justifiqué.

—¿Cómo te fue?, ¿Están todos bien allá?.

—Sí, todos bien, la abuela les mandó saludos a todos, dice que los extraña.

—En las próximas vacaciones iré a visitarla, a ver si Mike quiere ir también, ya sabes, no puede vivir sin Jane.—Soltó una risita.

—Tal vez quiera llevarla, seguro a la abuela le caería bien.

—Seguro sí, a la abuela todos le caen bien. Por cierto, tú y Steve, ¿Eh?.—Me sonrió con picardía y me empujó levemente con la cadera.

Me moría de vergüenza, otra vez tuve ganas de convertirme en avestruz y meter la cabeza en la tierra, no sabía qué decir, el día que me fui a la ciudad no le confirmé nada pero tampoco lo negué, así que si ahora le decía que sólo éramos amigos no me iba a creer, además de que ya ni a eso llegábamos.

—No, bueno... No.—Respondí.

—¿No qué? No quieras engañarme _____, ví cómo te miraba y cómo lo mirabas tú.

—Sólo... Discutimos—Intenté restarle importancia—Por ahora no puedo asegurar nada.—Y seguramente nunca iba a poder, pero evité decir eso último.

—¿Peleaste con Steve?.—Mike intervino en la conversación mientras bajaba las escaleras.

—¿Por qué pelearon?, ¿Te hizo algo? A veces puede ser tan patán...—Habló Nancy.

—No, no, nada de eso. En realidad sólo es un mal entendido, no es culpa suya.

—¿Pues qué pasó?.—Me miró interesada y preocupada.

—Tengo un amigo y piensa que somos novios.—Resumí.

—Seguro se le pasa pronto.—El pelinegro me puso una mano en la espalda, yo asentí aunque sabía que no tenía razón.