Tiberio(a)

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Pedaleaba rápidamente en la bicicleta de Mike, me la había prestado para perseguir a Joseph, quien me había contado aquella vez frente al cine que acostumbraba sacar a pasear a su perrito todas las tardes aproximadamente a las cinco en el parque. Me había recogido el cabello en media coleta, cosa que me ayudaba a no tenerlo en la cara durante el trayecto, pero aún permitía que el viento lo alborotara, me entró una basurita en el ojo derecho, lo cual me obligó a cerrarlo por la molestia pero no me detuve, y se preguntarán, ¿Por qué tanta prisa? Eran las 5:15, se me había ocurrido una idea y estaba tan emocionada por ello que no podía esperar a mañana o a cualquier otro día, pero no sabía en dónde vivía Joseph, así que quería alcanzarlo en su paseo vespertino.

Llegando al parque me bajé de la bicicleta y miré en todas las direcciones buscando la oscura cabellera del chico, sin éxito, bufé decepcionada y pensé que tal vez ya se había ido o no había sacado a su mascota a caminar. Después de tomar aire y regular los latidos de mi corazón volví a subirme al vehículo y pedaleé un poco más lento, mientras avanzaba entre las calles a lo lejos visualicé una silueta familiar, que además sostenía una correa con la que guiaba a un perro chihuahua.

Sonreí y gané un poco de velocidad para alcanzarlo, cuando lo hice el perrito me ladró con su aguda vocecita, haciendo que el ojiazul que lo acompañaba me mirara sorprendido.

—Hola.—Saludé y empecé a ir más lento para acoplarme a su paso.

—¿Hola?.—Me devolvió el saludo un poco confundido.

—¿No te da gusto verme?.—Me reí.

—Sí... Sólo, no sé, nunca me habías hablado primero.

—Es que hoy estás de suerte.—Bromeé.

—Ya veo...

—Está muy lindo tu perrito, me da ternura.—Le dije, su perro llevaba un collar negro con estoperoles.

—¿Ternura?—Preguntó incrédulo, yo asentí—No se supone que dé ternura, deberías temerle, es toda una bestia.—Presumió y yo me reí por la graciosa manera de caminar del animal, tenía las patas tan cortitas que tenía que caminar muy rápido para ir al paso de su portador, quien además estaba caminando despacio.

—Díselo a él, creo que aún no le avisas.—Le aconsejé haciendo que abriera la boca ofendido y mirara en otra dirección.

—No la escuches Tiberio, no hay un perro más imponente que tú en todo Hawkins, ¿Quién te quiere?.—Cambió su tono de voz por uno más tierno cuando hizo aquella pregunta, haciendo que el animal se acostara con la pancita hacia arriba mientras movía la colita, permitiéndome ver que era hembra.

—Joseph, Tiberio es niña.—Señalé.

—Ya lo sé, pero siempre quise un perro que se viera rudo, tuve que rogarle a mi madre toda mi vida para que me dejara tener uno, y cuando por fin me dejó, al día siguiente mi papá llegó con... Con ella.—Explicó frustrado, sabía que Joseph era uno o dos años menor que yo, entendía que le faltaba crecer pero aún así a veces era demasiado inmaduro para su edad.

—¿Y qué hay de malo en eso?.

—¡Que es hembra!, ¿Qué tan rudo e imponente sonaría "Ven Bombón" o "Ven Pelusa"? Por eso tuve que ponerle el nombre que había estado pensando para el macho.

—¿De qué caverna saliste? Las niñas pueden ser muy rudas también, ¿Eh? Pudiste buscar un nombre rudo para ella.

—Bueno, ¿Sólo me hablaste para quejarte del nombre de mi perra?.

—Oh, no, claro que no, sólo venía a preguntarte si te gusta Leslie.

—Ya te dije que no.

—-Ah, ¿No?.

Stupid Cupid [Steve Harrington y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora