Cuando el fraile gordo aceptó, los chicos se dieron cuenta de que esa podía llegar a ser la mayor broma, que iban a hacer hasta el momento y aquello era decir bastante.
Normalmente, sus bromas iban dirigidas a un público específico (la mayoría de las ocasiones, Slytherin o Snape), pero esa ocasión iba a ser distinta, ya que todo el colegio, menos los fantasmas, Peeves, los elfos domésticos y ellos cuatro; iban a estar exentos de la travesura.
Dentro de poco iba a ser el día de los inocentes y luego de una divagación de James durante la clase del profesor Binns (tal parecía que el mecanismo de defensa contra el aburrimiento de Potter era ponerse a idear bromas), se le ocurrió la magnífica escena de volver el colegio un caos y así, durante el resto de la semana, no tener clases.
Como era usual, luego de compartir esa leve idea a oídos de Remus, todo comenzó a tomar forma; si lograban tener a gran parte de los fantasmas de su lado, podían alcanzar todos los rincones de cada pasillo, con los elfos, que hace décadas no eran parte de ninguna diversión, podían hacer un desastre en las cocinas, los dormitorios e incluso los salones de clases y Peeves; él solo quería colaborar porque los merodeadores le caían de maravilla.
La única indicación de Sirius fue:
—Mañana, hagan lo que siempre han querido hacer contra los estudiantes o maestros, que les han dirigido algún comentarios desdeñoso, solamente recuerden que entre aliados, no nos matamos.
Fue así como todo inició y de eso surgió el día más descabellado de Hogwarts.
Varios miembros del club de fantasmas decapitados, se dieron el trabajo de cambiar la hora de todos los relojes, por lo que algunos estudiantes se despertaron horas antes mientras que otros llegaron a la segunda hora de clases. La comida servida en la mesa de Slytherin fue una porquería, en Ravenclaw estaba lleno de pan sin nada más, Hufflepuff con tantos dulces como para provocar una diabetes y Gryffindor tenía toneladas de carne.
Varias niñas llegaron corriendo después de que Myrtle las comenzara a molestar, robándole la ropa, el maquillaje o incluso tirando de sus coletas. Los profesores, que en un principio se mostraron alarmados, luego se dieron cuenta de que ellos tampoco estaban excluidos de la broma.
Durante la clase de cuidado de las criaturas mágicas, mientras el profesor Ferox explicaba las propiedades de los pixies, enjaulados, no faltó que Peeves llegara y en un segundo esas criaturas estuvieran incordiando a los alumnos. En pociones, todo fue un desastre, porque los fantasmas no dejaban de echar en los calderos de los estudiantes ingredientes que no correspondían, e incluso Slughorn mientras enseñaba la preparación de la poción alisante, consiguió pintarle el cabello a un alumno de color fucsia.
Al final del día de jugarretas constantes, todo el espectáculo terminó de maravilla en el gran comedor, con los fantasmas entrando abrazados unos con los otros, mientras cantaban el himno de Hogwarts. Remus con Sirius, que ya tenían la varita preparada debajo de la mesa, hicieron un movimiento ágil, para que estallara encima del gran comedor un gran fuego artificial que decía:
"SE DESPIDEN DE FORMA CORDIAL, AMOROSA, CONCIENZUDA Y DIVERTIDAMENTE: LOS MERODEADORES"
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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)
Fanfiction𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫/𝐉𝐢𝐥𝐲 «-𝐸𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝐿𝑢𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜 ¡𝐓𝐞 𝐚𝐮𝐮-𝐦𝐨!» Su historia ya concluyó, sin embargo, aquello no significa que no haya que contarla. Relatos individuales de los mer...