CW: Mención a sangre y autoleciones.
『 °*• ღ •*°』
Lo que más ansiaba Sirius era la libertad, en su estado más puro; y se suponía que ya era libre, que al ya no estar atado a los Black (siendo erradicado del árbol genealógico), no tenía de que preocuparse.
Ahora las decisiones de su yo de 16 años comenzaba a pasarle las cuentas.
Se sentía más alterado que de costumbre y pensó que aquel viaje iba a calmar sus ánimos, pero no fue tan así. Lo de Lupin fue un pequeño detonante, la bomba seguía restándole minutos y tenía miedo de que volviera a estallar, en esta ocasión, como una furia total.
Luego de la reconciliación entre Sirius y Lupin; James estaba tan feliz que se escapó del grupo por un par de horas, para regresar arrastrando un cerdo (entero). Todos los miraron anonadados, Marlene le replicó que eso era maltrato, pero hizo oídos sordos y comenzó a examinar al animal (con magia) para ver si tenía algún tipo de enfermedad.
Luego de partir al cerdo por la mitad, dándole la tarea a Sirius de repartir lo que quedaba del animal entre sus vecinos campistas, Lupin fue a pedir prestada a Thomas su parrilla y pudieron comenzar a preparar la carne.
Le llegó un deja vú cuando todos sus amigos se reunieron alrededor de la fogata y pareció advertir que Lupin sentía lo mismo. En esta ocasión se sentaron uno al lado del otro, Sirius verificando cada cinco minutos la carne para que no se quemara con James deseando echarle más sal (algo que Lily le impidió un centenar de veces).
En realidad no prestaba demasiada atención a la conversación que se desarrollaba alrededor de él, Sirius, ya que por más que estuviera de vacaciones, continuaba dándole vueltas al asunto de su futuro. ¿Qué iba a hacer el próximo año, cuando todos terminaran el colegio y él, ni siquiera tuviera una cama dónde dormir? No quería ir a apechar a la casa de los Potter impidiéndole a James, hacer lo que fuera que quisiera hacer (nunca se lo había preguntado) y la idea de irse a vivir con Remus, a pesar de lo romántica que sonara en un principio tampoco le apetecía demasiado, al final de cuentas, había pasado toda su adolescencia compartiendo el mismo espacio con sus amigos; igual quería un poco de independencia.
Todavía no se atrevía a visitar su bóveda de Gringotts, por miedo a encontrarla vacía. Solo iba con los duendes, pedía una bolsa de galones cada año, deseando que pudieran dársela, y hasta el momento la estrategia había funcionado de maravilla.
—Creo que ya está listo —determinó James, los rostros de todos se iluminaron y dejaron que él les sirviera en cada plato un trozo de carne.
Sintió la mirada de Lupin clavarse en él, trató de ignorarla, hasta que Remus se acercó a tu oído y le susurró.
—¿Sucede algo? Estás muy callado.
—No es nada —contestó con una sonrisa y dándole un pequeño beso en esa peca de su cuello, que tanto le gustaba—. ¡Apúrate, James!
Sintió el peso de la carne llegar a su plato y para cuando el llevaba la mitad, Lupin ya estaba pidiendo su repetición. Seguía impactado por eso, el también era de los que comían mucho y no engordaba, pero el metabolismo licántropo era de otro mundo.
Cuando terminó, se quedó mirando las llamas de las brazas que poco a poco se iban apagando, sintiéndose un poco nostálgico. Era su último día en el camping y ya mañana se iban de vuelta a la casa de James para concluir el viaje.
Lupin comió la ración suya, la de Marlene que ella no comió y los restos que dejaron las otras chicas, no sabía si tenía algo que ver con la próxima luna llena (que iba a ser la próxima semana), pero el sabor de la carne se le hacía más apetitosa que nunca.
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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)
Fanfiction𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫/𝐉𝐢𝐥𝐲 «-𝐸𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝐿𝑢𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜 ¡𝐓𝐞 𝐚𝐮𝐮-𝐦𝐨!» Su historia ya concluyó, sin embargo, aquello no significa que no haya que contarla. Relatos individuales de los mer...