𝐈𝐗. 𝐀𝐮𝐥𝐥𝐢𝐝𝐨.

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Secuela de "VIII. RECORDANDO LA SOLEDAD"

『 °*• ღ •*°』 

El estruendo retumbó por toda la casa. James y Sirius despertaron de golpe. Mareados, se miraron entre ellos antes de que James señalara la luna llena.

Lily entró a la habitación acompañada por Peter, ella parecía estar a punto de llorar, temblaba y tan pronto como pudo encendió la luz.

—E-Él escapó —titubeó Lily, con las primeras lágrimas cayendo de sus ojos—, y yo no pude hacer nada.

Sin saber que hacer, James abrió los brazos al mismo tiempo en que Lily se abalanzó a ellos. Sirius, trató de ponerse de pie, pero cayó sintiendo el vómito subir por su garganta.

—Tranquila... no fue tu culpa —tranquilizó James, acariciando el cabello de Lily—, es nuestra, por habernos sobrepasado.

Con la cólera subiendo por su cabeza, Sirius apuntó a Peter que observaba ansioso.

—¡¿Por qué no lo acompañaste?! —reclamó Sirius, parándose al fin—, sabes muy bien que no te iba a hacer nada.

—¡Y-Yo no tengo la culpa! ¡Ustedes son los que siempre lo calman! —se defendió Peter sosteniéndose la cabeza. Sirius lo agarró por la camisa del pijama—, ¡Suéltame, Sirius! ¡T-Tú más que nadie sabe que, como rata, siempre paso desapercibido!

El llanto de Lily se intensificó y Sirius, sin poder aguantar más,  se lanzó frente al bote de basura, para liberar la mezcla de comida y alcohol de su organismo.

—¡Dejen de pelear! Pongámonos a pensar ¿Qué hacemos ahora? —habló James, separándose de Lily—, Ya discutiremos esto después... Solo necesito pensar.

Levantando la cabeza del bote de basura, con aspecto enfermizo Sirius exclamó:

—¡Evans, trae tus malditas pociones!

—¡Cállate, Sirius, no me dejas pensar!

—¡Que te jodan James! —maldijo Sirius, sintiendo la siguiente arcada—, tenemos a nuestro mejor amigo, en un estado, completamente peligroso y pretendes que me quede callado.

Regresando a trote, Lily abrió sus reservas de pócimas, y se acercó a Sirius, dándole un brebaje que le ayudaría con los mareos y el vómito. Con la primera gota tocando su lengua, Sirius se sintió mejor. Luego Lily se acercó a James, pero este le aseguró que estaba bien.

Estaban enfrascados en una nueva discusión, Lily, que ya no tenía ánimos de griteríos, sacó su varita e hizo callar a todos. Su culpabilidad pasó a ser preocupación, y sabía que si seguían perdiendo tiempo de esa forma, las consecuencias iban a ser peores.

—¡BASTA! James, ahora mismo vas a mandar un patronus y extenderás el mensaje de que Lupin está libre; después moverás el culo y lo saldrás a buscar ¿Comprendes? —mandó Lily, devolviéndole el habla—. Sirius, sé que tu noviecito está por ahí hambriento, pero pelear no es el modo de solucionar los problemas ¡Mejor ponte a buscar! ¡gran idiota! —Sirius rodó los ojos y le señaló la boca. Luego adoptó su forma canina y sin mirar atrás salió del cuarto—, Peter, tú vienes conmigo.

Fue así como en menos de una hora, encontraron a Lupin luego de las sospechas de algunos miembros de la orden sobre un Lobo merodeando por el parque. Lo hallaron hurgando la basura en busca de algo para comer.

El lobo los observó, pero no les prestó atención. Sirius le ladró y, Remus pareció reconocerlo, porque dejó la basura y fue corriendo a abalanzarse encima del perro. James, al ver la reconciliación, pudo respirar tranquilo, mandó un último mensaje y fue a avisar, personalmente al resto del grupo, sabiendo que canuto, podría hacerse cargo de Lupin.

Los dos se quedaron en el parque correteando de un lado para otro. Cuando se agotaron, fueron a beber a la fuente y se tendieron debajo de un árbol, con Lupin somnoliento. Los dos se acurrucaron cerca, pero durante el resto de la noche, Sirius permaneció despierto, solo para estar al pendiente de cualquier suceso inesperado.

Era la primera vez que veía la des-transformación de Lupin. Solamente, lo había visto cambiar, convirtiendo aquella en una experiencia algo traumática, por lo que decidió que el resto de las veces nada más iba a intentar ignorar esa parte. Pero ver como el pelaje del lobo se caía con suavidad sobre el pasto, y dejaba con total normalidad al cuerpo desnudo de Lupin descansar en pose fetal, le pareció tierno.

Sirius le lamió la cara para despertarlo. Lupin confundido lo acarició, sin recordar ninguno de los sucesos de la noche anterior. Luego volvió a quedarse dormido y Sirius, comenzó a preocuparse en buscar algo con que cubrir el cuerpo de Remus. Fue hasta la tienda de recuerdos, que todavía no abría y, entró para robar una sudadera con la patética inscripción:«¿Que dijo el lobo cuando le pisaron la pata? ¡Auu y un buzo negro.

A su regreso, ya hastiado de la dormilona de Lupin, le tiró toda el agua de una botella que también se llevó de la tienda. Empapado despertó, esta vez percatándose de su desnudez y la ropa que tenía al lado. Sirius ya no quería continuar como perro, se humanizó y mantuvo la mirada fija en el cuerpo de Remus.

—¿Por qué me miras así? ¿Dónde estamos?

—Estas más flaco, me gustaba más cuando tus piernas lucían como... ¿abrazables? —Lupin se subió el pantalón, y negó frustrado—, estamos en un parque, acabaste aquí después de tu transformación.

—¿Y el resto?

—En casa supongo —respondió Sirius, poniéndose de pie, y abrazando el cuerpo de Lupin—, demonios... me diste un buen susto, lunático.

—No recuerdo casi nada, pero me estoy muriendo de hambre —se sinceró Lupin, correspondiendo el gesto mientras le plantaba un beso a Sirius en los labios—, lo siento mucho... Ya sabes que no puedo controlarlo.

Saltaron la reja del parque y se apresuraron a llegar a casa, Lily estaba durmiendo en el sofá, abrazada con James, mientras Peter descansaba en el piso. Trataron de no meter demasiado ruido, y se fueron a la cocina, donde Lupin saqueó todo el refrigerador y puso la comida encima de la mesa, dispuesto a comenzar a devorar.

Sirius lo miró embobado y, mientras comía un plato cereales, le dijo—: Te doy el permiso de golpearme si vuelvo a emborracharme. Dame las barritas de chocolate, que también tengo hambre.

Lupín asintió, dándole la caja. Bajó la mirada y leyó la frase de su sudadera con el cejo fruncido.

—¿Es enserio? ¿Acaso no había ropa normal?

Sirius se encogió de hombros y mordió la barrita.

—El resto no estaba a la altura de mi lunático —sentenció Sirius, burlón — ¡te auu-mo!

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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora