𝐗𝐈𝐈. 𝐂𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬.

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Tenía la mandíbula desencajada, sus manos se paralizaron alrededor de la cintura de Lily, que parecía más tranquila que nunca. Por lo menos, no era el único sorprendido ante la confesión; Marlene, sonreía como una boba, y se puso a aplaudir, pero Mary se levantó del sofá y salió de la casa por la puerta principal.

—¡Espera Mary! —llamó Sirius, yendo tras la chica.

Lupin se quedó mirando al piso, con las mejillas sonrojadas y algo preocupado por la reacción de todos. Peter tampoco estaba del todo contento, en su lugar dio un largo suspiro y se encogió de hombros.

Ambas chicas que no estaban ni enfadadas o sorprendidas, se abalanzaron sobre Lupin, en especial Lily, que incluso felicitó a Remus.

—¡Me estás diciendo que Lily lo sabía! —exclamó James. Lily le sacó la lengua—. ¡Incluso antes que nosotros! Es decir, no sabía que eras gay, tan solo tímido. No me molesta que te gusten los chicos, en realidad está bien que te gusten los chicos, porque eso significaría que de nuestro grupo, ya no debería haber otro gay. O eso se suponía...

—A mí me gustan las mujeres —agregó Marlene, dándole un beso en la frente a Remus.

—¡Ese no es el punto Marls! Tú eres lesbiana, no gay —aclaró James tratando de no perderse en su hilo de razonamiento—. A lo que quiero llegar... ¿Que era lo que quería decir?... ¡Ya me acordé!, ¡Sirius, es un mentiroso! Me hizo creer que le gustaban las niñas, cuando todo este tiempo estuvo contigo.

—James, no sabes nada de la comunidad LGBTQ+ —aseguró Marlene—. B, por bisexual. ¿Sabes tan siquiera que significa esa palabra?

James la miró con confusión. Negó con la cabeza y dijo—. L-G-B ¿Qué? Mira Marls, nos estamos desviando del punto, según tengo entendido solo hay: Heteros desgraciados, gays que son demasiado buenos para ser heteros y lesbianas demasiado lindas para ser heteros —explicó. Marlene rodó los ojos y no dijo nada más—. Lunático dime ¿Por qué? Porque Sirius no me dijo nada a mi primero. El y yo... ¡Demonios! Quiero pegarle por ser un bastardo mentiroso.

—Él... intenté que te lo dijera, personalmente —excusó Remus—, pero tenía miedo de, yo-que-sé, tal vez que te enojaras con él o que terminaras su amistad. —Remus levantó la vista, y vio que a través de las gafas de James, había comenzado a llorar—. ¿Por qué estás llorando? ¡Yo debería estar llorando!

—¡No estoy llorando! —James se dio vuelta y se frotó los ojos, antes de continuar hablando—. Solo que Sirius... se supone que entre nosotros, no existen los secretos.

Sin soportarlo más, Remus se levantó del sillón y se acercó a James. Le sacaba más de una cabeza de diferencia, pero aun así, le apretó los hombros.

—Bueno, ahora ya no está ocultando nada ¿No? —concluyó Lupin, James se sorbió la nariz, y sin aguantarlo más, abrazó a Remus—. ¡Espera! ¿Por qué ahora me estás abrazando?

—Son unos imbéciles ¿Desde cuándo comenzaron a salir? —murmuró James, agitando a Remus—, ¿Sabes qué? ¡Mejor no me digas! Espero que no hayan hecho nada mientras yo y Pete' dormíamos. —Lily comenzó a reírse, al igual que Marlene. Lupin, al escuchar esto último, todo su rostro se encendió, algo que no pasó desapercibido por James—. ¡Por merlín!

—N-no hemos hecho nada.

—¡No les creo nada!

—¡Por eso es por lo que Sirius tenía esas marcas en el cuello! —Agregó Peter, haciendo avergonzar más a Lupin.

—Y los rasguños de tu espalda —señaló James—, ¡Demonios! Pensé que era por eso otro.

Las chicas se alarmaron de repente y agarraron a Lupin por ambos lados.

—¿¡Que es eso otro?!

—¡NADA!

No pudieron insistir más, porque Mary volvió a entrar a la sala, con los ojos bañados en lágrimas. Lo único que hizo, fue dedicarle una mirada de odio a Lupin, antes de encerrarse en el dormitorio de las chicas.

Lupin volvió a desanimarse y se sentó en el sofá. Se alegraba de no estar en Hogwarts y en su lugar estar en medio de la sala de los Potter. Cuando los padres de James habían decidido salir a ver una película.

Sirius, entró de nuevo, haciendo un mohín con los labios y su mejilla con la marca de una cachetada reciente.

—¡¿Mary te acaba de abofetear?! —preguntó James, muy sorprendido. Sirius asintió y se volvió a reunir con el grupo—. Supongo que ya se le pasará.

Sirius buscó a Lupin y se sentó a su lado, algo desanimado, suspiró y luego exclamó:

—¿Por qué nadie me dijo que, en tercero y cuarto, fui un gran imbécil?

—Yo te lo repetí como una decena de veces —contestó Lupin—, pero como nunca me escuchas...

—¡Lupin, pero debiste habérmelo gritado!

—¡Te golpee con un libro! ¡Ahora no me reclames! —bufó, cruzándose de brazos—, ¡Ahora ella está enfadada conmigo, por tus hormonales acciones!

—Ya... pero no me grites.

—Tú me gritaste primero.

—¡Y tú me estás reclamando!

—¡No te estoy reclamando nada!

El resto de sus amigos comenzó a reírse, los chicos dejaron de pelearse por un minuto y los miraron confundidos. El más desternillante era James.

—¿De qué se ríen? —cuestionó Sirius.

—¡Pelean como una pareja de recién casados! —James le dio un golpe en el hombro a Sirius—, ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Pero si estaba más que claro! —Sirius se sentó de nuevo con los brazos cruzados—.¡Marls, tienes que hablarme más de eso de la comunidad LGYA+!

—LGBTQ+ —corrigió la chica.

—Lo mismo. Además ¡No seas tonto Sirius, tú fuiste el de las hormonas desatadas!

—¿Qué yo fui el tonto? ¡Déjame decirte que, lo de las muggles del cine, fue tu idea! ¡Y ni hablar esa estúpida apuesta!

James iba a contestar, pero Lily sostuvo a James por el polo rojo, y con una maquiavélica sonrisa dijo:

—¿Qué chicas muggles, Potter?

—Te lo puedo explicar... Cariño.

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El gif de la multimedia es tan Remus. Te reto a que me lo niegues.

Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora