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A las afueras de Wolfind

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A las afueras de Wolfind. 9 de octubre a las 23:11. 15 días hasta la próxima luna llena.


Mientras esperaban la llegada de la mujer que realizaba rituales y demás cosas en contra de la religión católica en compañía del asesinado Austin Jansen, Steve divaga emocionado en sus pensamientos. Al momento que caminaron cerca del parque de Wolfind hace ya varios minutos atrás, notó que algunos juegos mecánicos ya comenzaban a llegar y ser instalados, señal de que la temporada ferial se aproximaba. Sonrió inevitablemente al recordar que había quedado con Tony para ir a pasarla bien en cuanto la feria iniciara. No sabía la razón, pero esa salida le emocionaba de una forma que hace tanto no sentía.

No sabía qué era lo que Tony le provocaba, pero estaba encantado con ello y también con el castaño.

Pensaba en todo lo que podría hacer con el más bajito esa noche. Tal vez podrían subirse a todos los juegos mecánicos y reír como niños pequeños, comer todo lo que se encontraran en los puestos, visitar las artesanías típicas. Pero, lo mejor sin duda, sería el poder disfrutar plenamente de la compañía de Tony sin el odioso de Quill estorbando.

Estaba en verdad impaciente e ilusionado porque ese día llegase.

—Caballeros. —La voz sueva y tétrica de una mujer a sus espaldas les provocó escalofríos a los tres hombres.

Voltearon, sólo para toparse con una mujer con el rostro cubierto por una capucha. Era delgada y un poco chaparra, con unas trenzas que sobresalían de la capucha. Sus ropas eran holgadas, de diversos colores y llenas de accesorios. Cargaba a sus espaldas lo que parecía ser una mochila sin perder ese toque hippie, como pensó Quill.

—Usted debe ser Beatriz Ulibarri, amiga del fallecido Austin Jansen y compañera de sus sesiones espiritistas —habló este último.

—Así es. Y yo sé que ustedes buscan respuestas —habló en susurros y de forma cautelosa, casi misteriosa—. Para encontrar las respuestas tenemos que saber qué fue lo que vio el buen Austin antes de ser asesinado. Y para saber qué vio y qué fue lo que lo mató, necesitamos conectarnos con él mediante un encale espiritual.

La mujer se quitó la capucha, revelando su rostro a los tres hombres frente a ella. Era una mujer bella, con un tono de piel moreno y unos ojos cafés penetrantes. Los tres hombres se sintieron profanados y analizados por esa misteriosa mirada. Sin duda, Beatriz Ulibarri parecía hablar muy seriamente en todo eso de hacer un enlace espiritual.

—¿Y cómo hacemos ese "enlace espiritual"? —preguntó Tony, tratando de ponerle completa seriedad al asunto, aunque todo eso le parecía una pérdida de tiempo.

—Para hacer contacto con mi buen amigo Austin, tenemos que realizar la sesión en donde su alma fue despojada de su cuerpo.

—¿Quiere decir...? —Señaló con el pulgar a sus espaldas, donde el oscuro bosque se alzaba con toda su imponencia.

La Bestia de Wolfind (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora