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Wolfind

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Wolfind. 1 de diciembre a las 08:58. 21 días hasta la próxima mitad del ciclo lunar.


Sorpresivamente, Tony había sido el primero en despertar esa mañana. Curioso, ya que Steve siempre era el que solía despertar primero para, después de observarle dormir un rato, despertarle a él con tiernos besitos en el rostro o haciéndole cosquillas con la punta de la nariz. Esa era su rutina al despertar; pero, al parecer, la vida quiso invertir los papeles en esa ocasión.

Despertó debajo de las sábanas que aglomeraban el calor de ambos debajo de ellas. Los fuertes brazos de su novio le envolvían por la cintura, pegándole bien al musculoso cuerpo. Tony estaba de cara contra los grandes pectorales, disfrutando del olor de Steve que tanto le encantaba. Por supuesto, ambos estaban completamente desnudos. Ya se habían acostumbrado a dormir sin prenda alguna y sin pudor alguno. De hecho, les costaba conciliar el sueño si no sentían la piel desnuda del otro sobre la suya. Tony amaba cuando Steve le hacía cucharita y el torso fuerte encajaba a la perfección en la curva de su espalda; era su pose favorita a la hora de dormir. También amaba dormir de frente a Steve (como ahora), pero sólo dormían de esa forma cuando ambos compartían besitos tiernos sobre sus labios hasta que el sueño les venciera, a lo que Tony siempre se las arreglaba para terminar acurrucado contra los duros pectorales aun dormido.

Quiso dejarse envolver por la simple presencia de su novio para volver a caer rendido en el mundo de los sueños, pero no lo consiguió. Aun así, sonrió y se mantuvo con los ojos cerrados, dejándose arrullar por los ronquidos del rubio, y de la forma en la que su pecho subía y bajaba al compás de las respiraciones.

Minutos después, elevó el rostro para poder apreciar el del contrario. Steve seguía profundamente dormido, y parecía que no iba a despertar en un buen rato. En realidad, era entendible teniendo en cuenta la actividad que ambos tuvieron durante la noche; seguro Steve había quedado en verdad exhausto.

Veló el sueño de su novio un rato más antes de escaparse del fuerte agarre de esos brazos sobre él. Escuchó los gruñidos inconformes de Steve, así como sus amagos de apresarlo más para mantenerlo en la cama; pero él fue más hábil y logró sentarse en el borde de la cama. A pesar del ceño molesto del rubio, éste no despertó, cosa que hizo reír a Tony. Se inclinó un poco para poder depositar un lindo beso sobre esos labios que tantas veces le robaban el aliento y le hacían gemir sin pudor. Consiguió que el ceño de Steve se relajara y que volviera a acurrucarse entra las sábanas.

Se levantó, resistiendo un poco el dolor en su parte baja, pero lo ignoró. La verdad es que comenzaba a acostumbrarse a él. Caminó hasta el clóset en la habitación de Steve y se colocó lo primero que encontró: una playera que le quedaba enorme de color azul y con las mangas largas, un pantalón deportivo igual de enorme, y unas pantuflas acolchadas. Lo cierto era que ya pronto tendría que armarse de valor para entrar en la aún casa perteneciente a Peter para poder tomar sus pertenencias. Aunque le encantaba usar la ropa de su novio y embriagarse con el olor de éste impregnado en las prendas, no es que fueran lo más cómodo para salir a la calle.

La Bestia de Wolfind (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora