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Wolfind

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Wolfind. 24 de diciembre a las 11:16. 27 días hasta el siguiente plenilunio.


Tony mantenía su pierna derecha cruzada sobre la izquierda, el codo enterrado en el muslo, con su mejilla apoyada en la palma de su mano. El control remoto se encontraba en su mano izquierda, y cambiaba aburrido los canales de la televisión de su dormitorio, sin encontrar algo interesante que ver, sentado en la orilla de la cama matrimonial. Suspiró por tercera vez al darle la vuelta a los pocos canales que había. Decidió dar otra vuelta más; después de todo, no había otra cosa por hacer y se estaba muriendo del aburrimiento. Finalmente, encontró una película medianamente interesante que recién comenzaba y que, por supuesto, tenía una temática navideña.

Pasaron pocos minutos hasta que el ruido de una escoba siendo aventada a alguna parte de la casa se hizo sonar. Sonrió aún con la mejilla apoyada en su mano, contando hasta tres mentalmente, la puerta del cuarto abriéndose al llegar al tres. Steve ingresó a la habitación como muerto viviente, arrastrando los pies en el suelo y con una expresión de martirio en su rostro. Caminó hasta él.

El frío de la noche anterior les había obligado a ambos a dormir en playera interior y bóxer pese a que durmieron abrazados y con las piernas enredadas, resguardando su calor debajo de las sábanas. Fue una noche un tanto incómoda al estar ambos acostumbrados a dormir desnudos, principalmente porque las ropas terminaban volando por ahí al momento de hacer el amor. Por eso mismo Steve aún tenía su playera y bóxer, así como él.

—¿Terminaste de limpiar todo tu desmadre? —cuestionó con tono de burla.

Aventó el control remoto a algún lugar de la cama y bajó su pierna, extendiendo sus brazos a su novio.

—Sí. —Steve no dudó en dejarse caer sobre él, abrazándolo y haciéndolos caer a ambos al colchón, usando su pecho como almohada—. Estoy cansado.

Tony rio por lo bajo, haciendo un esfuerzo para escalar en la cama con el fornido cuerpo encima suyo, quien no parecía tener ninguna intención de quitarse. Abrazó a su novio con uno de sus brazos y comenzó a hacerle piojito con la mano del otro después de haber localizado el control para bajarle un poco el volumen a la tele.

Pasados unos minutos de completo silencio entre ellos, los ronquidos de Steve se hicieron presentes, lo que le indicó que se había quedado dormido encima suyo, aferrándose a él y con su mejilla apoyada en uno de sus pectorales, la tupida barba picándole por sobre la suave tela. Sonrió y continuó acariciando los cabellos rubios. Él no tenía nada de sueño, así que dejó que Steve descansara un buen rato, velando su sueño mientras él veía la película navideña. Y cuando ésta terminó, apagó la televisión y observó el despertador en el buró, detallando en que ya era tarde. Tuvo que obligarse a despertar a su novio, quien seguía roncando y babeando un poquito sobre su playera.

—Cachorrito, tenemos que comprar las cosas para la cena.

Removía el fornido y pesado cuerpo encima suyo con ayuda de una de sus manos, tratando de no ser brusco a la hora de despertarlo. Steve se removió entre sueños, alzando el rostro simplemente para girarlo y ahora recostarse sobre su mejilla derecha.

La Bestia de Wolfind (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora