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Wolfind

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Wolfind.7 de enero a las 09:56. 13 días hasta el siguiente plenilunio.


Ya llevaba algunos cuantos días en el apestoso pueblo en el que su esposo se había escondido y abierto las piernas a otro. Aunque, bueno, tenía que reconocer que le había tomado cierto odio al lugar precisamente por eso, porque fue el escondite perfecto para Tony por casi medio año. En realidad, tenía que reconocer que Wolfind tenía su encanto. No le molestaría pasarse unas relajantes vacaciones ahí, con su castaño a su lado, follándolo cada día. Había traído el látigo que tanto le encantaba.

La verdad es que comenzaba a desesperarse un poco, pues todavía no tenía rastro algunos de Anthony. Había preguntado a varias personas y casi todas le respondían lo mismo: "¿Habla de la puta preferida de Peter Quill? Sí, debe de estar en la casa de ese mujeriego, tal vez llorando por ya no tener una verga que le inserten". Le habían dado la dirección de la casa en cuestión, pero siempre que iba, la encontraba completamente vacía, e incluso podía apreciar a través de las ventanas que el polvo comenzaba a acumularse, señal de que muy probablemente nadie había estado dentro en un buen rato.

Por supuesto, mantenía la calma y permanecía con la mente serena. Tony en verdad que se la había puesto difícil, pero después de meses y meses, estaba tan próximo a encontrarlo. Su esposo estaría feliz de verlo nuevamente.

Visitó el cementerio y ahí lo descubrió: la tumba del famoso Peter Quill, mujeriego del pueblo y abiertamente bisexual. Así que a Wolfind fue a donde vino a parar el desgraciado que babeaba por el culo del castaño. Al parecer, Tony se había estado divirtiendo ahora que él ya no estaba para ahuyentar a ese cabrón. Pues ahora el maldito estaba donde las ratas como él debían estar. Y ahora ya conocía en dónde había estado durmiendo su esposo, lo que a su vez le decía que, después de la muerte del rubio, Tony se había trasladado de sitio, con quien muy seguramente el castaño se refería en su postal.

Victor era una persona analítica, nada se le escapaba. O tal vez Anthony era muy estúpido por haber cometido el error de mandar dicha postal, lo que fue la llave que le condujo a ese pueblucho recóndito. Anthony había escrito claramente "Conocí a alguien...". Bien, a Peter Quill ya lo conocía más que bien, lo que significaba que había otro sujeto que se había colado entre las piernas de su esposo y que pagaría las consecuencias por eso.

Y justo ahora se encontraba caminando por el parque del pueblo. Una vez más, tenía que admitir que Wolfind era bello a la vista. Estaba seguro de que, si su presidencia se pusiera las pilas para querer ganarse el título famoso de Pueblo Mágico, localizar a Tony hubiera sido mucho más sencillo. Es decir, él ni siquiera conocía la existencia del pueblo, no hasta ahora que lo visitó en persona para recuperar su pertenecía más valiosa.

Caminó hasta una banca de hierro, cerca del gran reloj que vendría a ser el principal llamativo turístico del pueblo, junto con sus incontables talleres y aserraderos donde se trabaja la madera que el bosque les brindaba. Antes de sentarse, aprovechó que un sujeto algo avanzado de edad caminaba por ahí para volver a preguntar por su marido, tal vez ahora tendría suerte y se le otorgaría una pista sobre la identidad del sujeto misterioso que se ha estado acostando con Tony.

La Bestia de Wolfind (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora