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Gallagher se largó temprano por la mañana, como de costumbre para evitar el calor de estos climas.

En cuanto llegaron las visitas, Damon le ordenó al propietario que se retire de la sala de estar, para que les abra la puerta.

Al rato, oyó voces conocidas que se aproximaban desde un costado de la sala.

La reunión con el vicepresidente y sus agentes resultó pacífica. Con una mano sosteniendo una taza, y con la otra, anotando papeles con un bolígrafo. Concretaron algunos reglamentos para más tarde.

Cuando los hombres se marcharon, Damon se decidió por leer un libro en la mesa.

--No tiene la menor taza de lo que hace que ese hombre sea bueno. Creo que el señorito Liam está ciego...--{opinó Jamie, parado al lado de la mesa. El político se quedó mirando una servilleta cerca de la tetera.

Tazones deliciosos de jalea de ciruela, pasteles de manzana, durazno, y arándanos adornaban todo el mueble largo.

Damon tardó en responder.

--Usted no tiene el derecho de decir aquellas cosas de él--{dijo el político modesto, sin dejar su lectura.

--Bueno... sólo le advierto que digo la verdad--{rezongó, mientras empezaba a quitar los utensilios de la mesa molesto. Así lo expresa en su cara.

Albarn lo miró hasta que se le cambie el rostro, después, puso sus ojos al libro.

Surgía un día extraño, con cielo blanco de humedad y una pizca de calor.

Así lo reflejaba el gran ventanal delante suyo... No sabe realmente el por qué pero, la sensación del clima le recordó a Liam.

Cuánto más el político llegaba a amarlo, menos a Jaime lo toleraba. Esto le parte el corazón y se imagina el efecto que le produce Liam.

«Carajo, ¿Por qué tuve que enamorarme de él?»

Gallagher tenía su esposa. Aunque por entonces, éste mencionado, todavía ignoraba la magnitud de los motivos que existían para amarla. Él persistió en conservar la relación con ella constante pero al mismo tiempo, con distancia.

También hacía varios meses que se rumoreaba de ser causante de múltiples infidelidades, y eventos desastrosos en los que había participado.

Damon desearía poder ayudarle, pero no puede encargarse de eso.

No va a dejarlo pasar para no superar su miedo, o suprimir su dolor, porque no tiene esa actitud mágica llamada "contención".

Insistente, Liam llamaba a Albarn en horas tempranas, para evitar tensión o sospechas de su prometida. Su voz dormida, pero traviesa, resonaba tajantemente en los oídos de Damon todas las noches.

Por extraño que sea, Liam al día siguiente se despertaba con mucha rabia, aunque no supiera porqué y no quiera sentirlo, se desquitaba violentamente con su esposa.

Ella claramente se percató de su falta de carencia, por lo que le sugería citas a restaurantes para mantener estable su caótica relación.

Pero...

Rara vez, quedaban en las dichosas cita, gracias, a las ocurrentes salidas que realizaba Gallagher en secreto con Damon.

Mayormente estas juntas acaban en un decepcionante silencio.
Liam ordenaba lo mismo, le decía al camarero "lo de siempre", y suspiraba seguramente porque su mujer, tenía la esperanza de que ya fuera hora del divorcio.

Liam, no era feliz... no estaba bien.

Ɠ૭vꫀɼmꫀຖϯ Ħ૭૭ƙꫀɼ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora