˜061˜

45 12 0
                                    

•────•─────♢.✰.♢─────•────•

Liam despertó al día siguiente con una resaca de mil demonios.

Se despegó de la cálida cama, moviéndose como marinero en tierra, él se enfundó en sus ropas con flojera y entró con los pies desnudos al baño.

Sus articulaciones dejaban una impresión tan torpe y vaga en la mañana.

Después pasa al comedor. Liam obseva la larga mesa que ha sido todo testigo silente de tantas, discusiones, actitudes correctas o erradas.

El servicio de té, los candelabros, los cubiertos, y las decoraciones de plata  brillan como siempre, impecables; los pisos relucen; las rosas que adornan la mesa, exudan su aroma; y la araña de luces que Pasty y él compararon una tarde en Londres, y que ahora pocas veces lo enciende.

Comió la mitad de un durazno, y dos tragos de un vino agrio, aquello fue su desayuno. Tenía el estómago vacío, pero su cansancio era demasiado grande para que pudiera alimentarse debidamente.

Sólo pensaba en dormir todo el maldito día, ingerir la droga somnífera que lo tenía atado.

Se llevó una sábana, se tendió nuevamente sobre la cama, y cayó en un sueño pesado, su mente se mareaba con apenas cerrar sus ojos.

No más recordó los deseos que tuvo de Albarn...

¿Por qué su afición tan grande a él?

Mejor no, no quería romperse la cabeza con ese asunto ahora... Nada le interesa, quería descansar, dormir...

Dormir hasta morirse, desaparecer de aquel plano monótono... sólo dormir...

Pero... a ser posible en una buena cama, y después una ducha y una comida suculenta. Hace días no puede levantarse, ni comer bien, ni dormir.

El sol ya estaba bajo el horizonte, y el resplandor rojo pálido de las nubes todavía iluminadas por la luz del día, se mezclaba con aspecto tormentoso.

Se sentía como otro día desperdiciado.

Cualquier movimiento que hacía le parecía estúpido. Cuando llegó a mover su cuerpo con el fin de levantarse, de la nada se puso a gritar junto la ventana. Otro ataque de ansiedad lo asaltó.

A menudo, en el silencio de sus noches solitarias, oye aullar su corazón, de forma como aúllan las lobas de las montañas buscando a sus crías.

A veces gritaba, soltando toda la rabia acumulada que le producía tener tantas restricciones en su vida.

Y de allí, tenso, y arqueado como antes, fue a tomar sus pastillas de barbitúricos para relajarse.

Viendo una novela, por como él lo describía con una trama, un tanto... "compleja" el interés no decae en las casi doscientas páginas que tiene la novela.

El tiempo se detiene una vez más. Horas interminables en su casa, completamente acompañado de su soledad.

La mirada de Liam está llena de inmensa compasión. Es cierto, parece sentir por él una conmiseración real, como si le ocurriese algo grave. En el primer momento no ha comprendido su actitud, pero él sabía. Habría querido avisarle del peligro. Se lo agradece, pero por desgracia ya es demasiado tarde.

La trampa ya estaba tendida, nada podía salvarlo, ya aquel día, cuando aún... No existía la menor salida de socorro. Estaba preso. Y no lo sabía.

Él creía que lloraba por su suerte, pero sólo lloraba de cansacio y de no poder amarlo como quería.

De no poder amar a Damon como quería.

Ɠ૭vꫀɼmꫀຖϯ Ħ૭૭ƙꫀɼ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora