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La carretera lisa, el paisaje magnífico lo hacen suspirar. Por doquier, casas soberbias perfectamente concebidas, bien conservadas, y decoradas.

El coche toma curvas anchas y suaves, sigue a lo largo de muros altos y a veces, divisaron.

Espléndidos jardines, tan grandes y bellos. Al final de la calle, el vehículo se detiene ante la casa más bella, se diría como una mansión antigua, pero deslumbrante.

Aparece un policía armado y se acerca al chófer, hablan en instante y la gran reja se abre ante el vehículo para permitirlos aparcar en un patio interior.

Albarn baja del auto acompañado de Jamie, y son dirigidos dentro del hogar.

El suelo está alfombrado y es bastante cómodo.

Ahora suben una escalera, escalera que conduce a una gran puerta de madera, de un blanco inmaculado.

Los abre una mujer vestida al estilo tradicional, que los conduce por un pasillo.

Pasan de largo varias puertas, hasta una amplia sala amueblada con sofás y sillas cortinas en las ventanas, y papel pintado en las paredes, además de una serie de muebles auxiliares, cómoda, tocador, aparador, y en un rincón una gran pantalla de televisión con antena.

Albarn jamás había visto un lujo tan semejante. La nueva secretaria los invita a sentarlos. Le parece peculiar que un hombre joven tome mando de la presidencia.

--Esta es su nueva residencia, señor presidente... ¿Les apetece té, café o agua mineral?--{les pregunta la mujer con una bandeja de dichas bebidas.

Damon y Jamie optan por té. Ella les sirve las bebidas y los deja solos.

No había nada más que hablar, toda la charla ya la había tenido con el gobernador y el ex presidente horas antes de ser trasladado aquí.

El lujo insensato de este palacio los desorienta un poco.

Era mejor guardar silencio y esperar, y disfrutar el momento ...

Damon ya había pasado un mes desde que pudo ver a Liam en aquella entrega de premios, éste lo llamó repetidas veces, sin embargo, Albarn le había explicado lo ocupado que estaba al respecto con las votaciones.

Liam últimamente tenía una mirada especial para Damon, ojos deseosos, decaídos y cristalinos.

Tal vez él no había observado estos comportamientos. Pero sin duda, ahora se le quitaba la respiración cada vez que ve al hombre que había conquistado el corazón.

Albarn confiesa no saber cómo hechiza, y se gana el corazón de las mujeres. Para él ha sido siempre materia de intriga y admiración para todas sus pretendientes.

No obstante, el que mantiene su poder indiscutido sobre su corazón, es de un coqueto que alegró alguna vez su cumpleaños.

Y la verdad, es que, esa noche fue inolvidable para ellos. Primero por la celebración con cantos, y después, por las por cartas postales que se enviaron. A él le da igual su maldito cuerpo, vio su sonrisa, su forma de ser... de pensar, el sonido de su voz, como lo trata... Liam era perfecto para estar en su vida.

Albarn hizo avances con su pensamiento pesimista que lo perseguía, las acciones del primero evidentemente declinaron, y empezó a crecer gradualmente en el amorío intenso entre él y Liam.

Sin embargo, no había margen para fantasías, pues el cantante es una de esas personas obstinadas que se aferran con más tozudez y caprichos cuánto mayor es la oposición que se les presenta, cuanto se trata de conseguir... Algo...

Y ese algo era Damon.

Lejos de gustarle Gallagher, empezaba a resultarle, sospechosamente desvergonzado.

Si Albarn no hubiera estimulado su carácter obstinado, es lícito suponer que antes de la noche, habría tomado medidas concretas para liberarse de Liam.

Rara vez, dejaba interesarle y satisfacerlo. Había periodos de depresión, momentos de duda cuando la meta que perseguía le parecía inalcanzable, y el entusiasmo flaqueaba en su interior.

Afortunadamente, tales ocasiones eran escasas en su caso. Era un hombre de una tenacidad, y una constancia que hubiera conducido al más alto pináculo de los logros y que, tal vez en último término, le hubieran proporcionado gran renombre y fama universal.

Se trataba de una suposición fantasiosa, y supersticiosa de la gente, aunque no hubiera sido difícil rastrear una cierta afinidad entre Damon y Liam; ambos tenían un aire de profunda melancolía, fruto de la perpetua soledad en el verdadero amor.

Para alejarse de sus malestares emocionales, Damon se dirigió al balcón de su habitación, y arrojó algunas miguitas de pan para ver bajar los pajaritos de los árboles.

Otra vez quedó perdido mirando los pájaros.

Después de mucho fumar sus pipas de tabaco aromático, viendo a los animales picando la comida, llegaba a la conclusión de que Liam había sido una de las personas en la que era capaz de intensificar y revivir emociones que hace tiempo, él no sentía en su complejada y trabajadora vida.

Al carajo el mandato autoritario del gobierno y sus reglas...

¿Cómo pudo llegar a negar que sentía algo por Liam?

--Jamie, encarga un vehículo ahora. Quiero visitar a Gallagher...--{agregó Damon, clavándole los ojos a su camarada.

Jamie se agravió para sus adentros, y evitando un suspiro engreído, llamó a sus chóferes.

Luego llamará a otro hombre para informarle de estos encuentros...

Diez minutos después, mientras Albarn estaba en la puerta de su residencia, un gran automóvil negro tuerce con tranquilidad hacia la calle deteniéndose frente a él. Tres hombres más mayores controlan y protegen el vehículo.

Damon creé que los síntomas del amor que comparte un devoto con otro son; ofrecer regalos, aceptar regalos caritativos, revelar mente en forma entrañable, preguntar confidencialmente, aceptar amor, y... ofrecer amor.

En virtud de ello, decidió Albarn, llevar algunas frutas en una canasta, un pequeño ramo de preciosas caléndulas... Y un coñac para obsequiarle a su futuro amor.

Damon recuerda el más diminuto detalle sobre Liam que parece incoherente no realizar suposiciones.