CAPÍTULO NUEVE
Cerré mi computador, debo agradecer que el incendio no sucedió al tiempo en que el techo de mi casa cayo, ya han pasado dos días lo cual le ha dado tiempo a que expliquen lo sucedido, todo se debe a que usaron malos materiales para construir el techo, las zonas más afectadas fueron mi habitación, y otra en el pasillo de la segunda planta, cuando las partes del techo cayeron, los vecinos llamaron a los bomberos y a la ambulancia, los bomberos fueron quienes entraron a la casa y salvaron muchas cosas con la ayuda de los vecinos, con los cuales estoy sumamente agradecida, intentaron salvar todo, pero algunas cosas se quedaron allí como mi cama y unas cuantas prendas, pero salvaron la mayoría de los aparatos electrónicos excepto por nuestros televisores, como mi madre dijo "pudo haber sido peor", pudimos haber tenido vecinos negligentes que pudieron haber dejado nuestra casa a la intemperie y nos habríamos quedado sin nada, pero gracias a Dios todo está bien.
Salí de la habitación del hotel porque ahora nos estamos quedando en un hotel en lo que todo se solucione, lo bueno de todo esto es que hay servicio al cuarto. Cerré la habitación para ir al ascensor, mi padre dice que no quiere saber nada de una nueva casa de "Ricardo constructores" porque dice que seguramente ocurrirá lo mismo, de hecho, mis padres han peleado mucho estos días, mi madre dice que está loco si cree que no recibiremos una nueva casa pero mi padre quiere irse a una propiedad que no tenga nada que ver con la constructora. Marque el piso uno, para mí no es mala idea recibir una casa nueva, sin embargo parece que mi padre no permitirá que eso ocurra, teme que lo que pasó hace dos noches vuelva a ocurrir y esta vez con la mala suerte de que alguien esté en casa.
–Buenos días Rafael– salude al recepcionista, este lugar es lindo, pero dudo que mis padres quieran seguir pagando en este hotel, probablemente estemos aquí por una semana, además los problemas con la aseguradora se están solucionando muy rápido, así que dudo que duremos más de una semana aquí.
–¡Emma rápido! –grito Ann desde su nuevo auto, se lo dieron de cumpleaños, ayer ella despertó y recibió un auto por sus cumpleaños y yo me desperté lejos de mi casa en un cuarto de hotel en lo que solucionan los escombros que antes eran mi casa, no habría nada más por decir salvo que La vida es una completa rareza –Carson no ha parado de llamar– subí al auto.
–Si fuera tu no le contestaría– dije poniéndome el cinturón de seguridad.
–Sabes que lo siente ¿verdad? –rodé los ojos.
–No me interesa en lo absoluto si lo siente o no, yo ni siquiera quiero saber de él, suficiente tengo con lo de mi casa– saque mi celular faltan cinco minutos para entrar a clase –apresúrate o llegaremos tarde como ayer.
–Lo dices como si fuera mi culpa– volteé
–Cómo no ibas a saber que debías aprovisionar de gasolina el tanque Ann– solté rápidamente –apresúrate.
–¿Aprovisionar? – aceleró –estás leyendo un libro de adjetivos o algo– negué, bajando la ventana.
–No es un adjetivo, es un verbo transitivo– fruncí el ceño –gira a la izquierda.
–¡Emma yo sé dónde queda la escuela!
–Yo solo quería ayudar– rodó los ojos.
–Como sea.
Baje del auto prácticamente corriendo, queda un minuto para que empiecen las clases y Ann no deja de gritar para que me detenga, mi amiga siempre usa el calzado inapropiado, hoy decidió usar unos tacones de punta que pueden peligrar bastante en el asfalto con rocas por el que estamos pasando, tuvimos que dejar el auto un poco más lejos de lo usual, porque hoy a todos los adolescentes con auto se les ocurrió la maravillosa idea de dejar sus vehículos frente al instituto, acelere el paso, pero el grito estridente de Ann me obligo a detenerme, vire sobre mis talones algo molesta, se está quitando los tacones en plena calle, no lo considero buena idea porque ha llovido demasiado esta semana.
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Dos Mundos
Fantasy"Todo es mejor cuando los mundos colisionan" Mi nombre es Emma Ramírez Biavardi, siempre me había considerado como una adolescente normal, hasta que tuve ese sueño, aquel que cambio mi vida para siempre. Dicen que todos nacemos con un destino, y en...