CAPÍTULO DIECISÉIS
Salí de mi ensimismamiento al ver al profesor de historia salir del salón, Juan está al lado mío dibujando lo que parece ser un rostro, me acerque para poder ver, pero cerró el cuaderno estrepitosamente, me pregunto qué es lo que dibuja, se que dibuja demasiado bien, últimamente en estas clases me he hecho con Juan, antes me sentaba junto a Ann, y por obvias razones me alejé de ella. Por lo tanto, siempre estoy en la última mesa del salón al lado de Juan, no hablamos muy seguido salvo para los trabajos, aunque disfruto de su compañía.
–Debemos realizar la página ochenta y tres– Juan me extendió en libro –si quieres podemos elegir un lugar más cómodo– parpadeé confundida –vamos a otro sitio a hacer el trabajo– asentí guardando mi libro en la mochila.
Me senté en el tibio pasto, recostando mi espalda en el tronco de un viejo árbol, este podría ser un lugar maravilloso para dormir, abrí el libro en la página ochenta y tres es una historia de la antigua Grecia, resople enojada, no quiero leer sobre los dioses de la antigua Grecia, Juan me quito el texto guía, y comenzó a leer en voz alta, sus uñas ahora pintadas de un color negro lápiz, tocan el libro sin interés, mientras sus ojos negros se mueven de un lado a otro, sus espesas cejas negras se fruncieron en una absoluta concentración, mientras las palabras "protector de los hombres" salía de su boca, seguido de "condena" y "castigo al hombre". Inhalé hondo, cruce las piernas y solo escuche con atención a cada una de las palabras, algunas se estancaron en mi cerebro para flotar por mi mente, siendo proyectadas con una intensa luz amarilla palpitante como el oro derretido bajo fuego.
<<condena, hombres, castigo, fuego, águila, hígado, dolor>>
–No está mal– Juan terminó de leer para dar su opinión –ya lo había leído– no lo dude ni por un segundo, vi la fascinación en su rostro cuando dijo <<mientras el águila devoraba su hígado>>
–No lo es, Zeus es cruel debería arder en el infierno por condenar a Prometeo– negó mordiendo su labio superior.
–No se puede porque Zeus es un supuesto dios.
–Bueno no me agrada Zeus ni los dioses griegos que ven a la raza humana cual plaga que debe ser contenida pero necesaria– asintió.
–El texto dice que debemos dar nuestra opinión, lo cual ya hicimos– me acerque más a él para ver el texto guía, no sin antes percatarme de que Juan huele a jabón y colonia para hombre, no es un aroma para nada desagradable –no dice nada más, es todo lo que debemos hacer– miré su cuello, trago saliva, lo sé porque pude ver el ligero movimiento de su manzana de adán.
–Bueno, eso quiere decir que tenemos– desbloqueé mi celular –cuarenta y cinco minutos libres– Juan cerró el libro, se le ve tenso como si quisiera preguntar algo, pero no encuentra las palabras exactas.
–Necesito tu ayuda– soltó de repente a lo que fruncí el ceño confundida, que necesita de mi el chico asocial.
–Dime.
–Tu abuelo estudiaba los suelos ¿verdad? –asentí.
–Sí, era edafólogo.
–¿Recuerdas los libros que me regalaste hace dos años? –mire hacia arriba intentando recordar– pero no se me vino mucho a la cabeza.
–Sí, sobre suelos– mentí, aunque al parecer acerté porque asintió –¿necesitas alguno en específico?
–De hecho, es sobre un terreno, debo estudiarlo e intentar saber si allí se pueden generar cultivos, pero al parecer es tierra muerta, me refiero a que no se si pueda plantar algo allí y la competencia de ciencias está próxima, necesitaría una asesoría.
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Dos Mundos
Fantasy"Todo es mejor cuando los mundos colisionan" Mi nombre es Emma Ramírez Biavardi, siempre me había considerado como una adolescente normal, hasta que tuve ese sueño, aquel que cambio mi vida para siempre. Dicen que todos nacemos con un destino, y en...