Capítulo Treinta y cuatro

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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

La luz del sol iluminó el rostro de E, sus dedos se movieron acompañando la incomodad que el joven estaba sintiendo, tenía un peso en su pecho que no lo dejaba respirar con tranquilidad y el galopar de un insecto junto a su oreja no le pareció agradable, conmocionado abrió los ojos encontrando una gran extensión de árboles.

Nervioso, presionó sus dedos sobre la arena húmeda, la sensación le dio escalofríos, mientras las mariposas que antes estaban quietas en el pasto se movían a su alrededor con desespero, Elora está de rodillas mirando el portal que aún no se cierra, supuso que si seguían allí sería peligroso.

–El portal no se ha cerrado– se levantó –hay que salir de aquí– E inhaló hondo dejando que el olor de la naturaleza se adentrará en sus fosas nasales, nunca antes había estado en un bosque alrededor de árboles frondosos, los únicos que tiene en su mundo son árboles secos y lodo – ¡vámonos ya! – Elora haló de su brazo izquierdo con dificultad, E se levantó mirando el portal, un cuchillo salió disparado de él, ambos bajaron la mirada al ver el objeto filoso enterrarse en el suelo.

–¡Váyanse ahora! –gritó Casandra desde el portal.

Los jóvenes corrieron sin mirar atrás, no podían volver, comprendieron que sería peligroso quedarse esperando a que los demás salieran, porque seguramente no lo iban a hacer, E pensó en sus hermanos, dos soldados contra un ejército era imposible, sin embargo lograron que ellos salieron, asustado se detuvo pensando en los que se quedaron allá y lo fatídico de la situación, pero Elora no se detuvo a traducir lo que pasaba, en su lugar haló de su brazo para que siguiera corriendo, cuando llegaron a la carretera Elora se detuvo, jadeando desesperadamente; sin embargo E mantuvo la compostura alerta.

–Allá– señaló una gasolinera a veinte metros de distancia –vamos– corrieron hasta la gasolinera, pero Elora se detuvo en la mitad del trayecto agotada, supo que debía sentarse porque sus pies duelen demasiado mientras la fiebre está empezando a apoderarse de su sistema, aún decidida a llegar, caminó el resto de los metros que le faltaban, la gasolinera se encuentra prácticamente vacía, salvo por los dos autos estacionados, vio uno de ellos, un logan del 2012.

–Mi mochila ¿Dónde está?– dijo Elora buscando el objeto con desesperación.

–La soltaste, ya voy por ella– E fue por la mochila no muy alejada de la estación, mientras Elora miró por unos segundos hacia la tienda, solo está el trabajador y otro hombre de espaldas buscando bebidas en la nevera –ten– Elora abrió el bolsillo pequeño de su mochila y sacó dos pequeños clips metálicos, buscó una piedra en el suelo hasta que encontró la que considero apropiada.

–E, esto es– señaló el auto –un auto– E rodó los ojos.

–Se lo que es un auto –Elora asintió.

–Y vamos a robarlo– E abrió aún más los ojos.

–De ninguna manera robaremos un auto Elora, eso no está bien– Elora negó tomando distancia del auto.

–Presta mucha atención– dijo a su amigo –cuando rompa el vidrio, necesito que quites estas dos tapas– señaló las tapas que cubren el interruptor de encendido – ¿lo puedes hacer? – negó.

–Podemos pedirle a alguien que nos lleve, no veo necesario robar un auto– Elora rodó los ojos –pero dime ¿Cómo sabes eso?

–Nunca lo he hecho, pero Stephan me enseño, además puede que alguien haya salido y nos estén buscando, deberíamos tomar ese auto, luego llamamos a la policía de modo anónimo y reportamos que hay un carro con las descripciones de la placa del auto robado y ya– E considero que Elora hacía ver las cosas más simples de lo que deberían ser – ¡ay mierda! – Elora está mirando detrás de E – ¡te lo dije! – un saldado de la corte Roble está saliendo del bosque, E giró para poder ver lo que la joven a su lado ve –E, si quieres le dejamos una nota pidiendo disculpas, pero nos tenemos que llevar este auto ahora– asintió asustado –de acuerdo– Elora tomó distancia del auto, con precisión lanzó la piedra al vidrio del conductor, el sonido fue fuerte, pero fue opacado por el ruido de una tracto mula con tubos de hierro para construcción, ansiosa abrió la puerta –E hazlo ahora– habló bajo, E se acercó al auto, primero saco la tapa de la parte superior, comprendiendo la facilidad de la acción hizo lo mismo con la inferior, Elora quito unos cuantos vidrios con sus manos y tomo asiento, retiro el conector, abrió los tres clips para que funcionaran como puentes, con rapidez puso una de las puntas del clip entre la fuente de 12 voltios para que funcionara como puente y puso la segunda punta entre la fuente auxiliar del vehículo, luego tomo otro clip y puso una de las puntas entre los 12 voltios y el panel de instrumentos, subió la cabeza para poder observar el panel de instrumentos en frente suyo esperando a que se encendiera. Cuando lo hizo respiro hondo, luego con el tercer clip dio un pequeño toque al tubo que da al cable de encendido y el auto rugió –lo hice– sonrió emocionada, E se acercó al asiento del copiloto y rompió la ventana, quito el seguro recordando como lo había hecho Elora y subió al auto – hay que irnos ya– retrocedió el auto con nerviosismo, la mayoría de las veces conducía carros automáticos, así que no se encontraba familiarizada con los mecánicos, pero aun así, supo que debía hacerlo, con miedo de que el auto se apagara, saco el auto del estacionamiento y acelero, no sin antes ver por el espejo retrovisor, como el señor que estaba buscando bebidas en la tienda, los seguía corriendo entre improperios –no puede creer que lo hice, viste lo que hice, robe un ¡ah! – el soldado de la corte Roble se abalanzó al auto sujetándose de la puerta.

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