Capítulo Treinta

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CAPÍTULO TREINTA

Tome asiento junto a Casandra, mientras Ralph lee algo en ese extraño y grueso libro, luego de varios asentimientos de cabeza, fruncidas de ceño y discusiones consigo mismo, se acercó a nosotros, con la preocupación filtrando en sus ojos, yo debería estar con la preocupación saliendo por mis poros, pero en realidad todo lo que ha sucedido últimamente me ha ayudado a contener mis emociones, aunque eso no quiere decir que no esté aterrada.

–Casandra, necesito que te alejes de Elora por unos segundos– Casandra se levantó no sin antes poner su mano sobre mi hombro –si te necesito te llamo– sus ojos viajaron de mi rostro al de Ralph –no puedo arriesgar a nadie más– iba a decir algo más pero la detuvo con severidad–necesito que estés bien en caso de que Elora deba recobrar fuerzas.

Luego de sus palabras, el silencio nos acompañó a la espera de que Casandra dijera algo.

–De acuerdo– dijo forzosamente, Ralph espero a que Casandra saliera de la biblioteca, para cuando salió puso el asiento en el que hace segundos se encontraba Casandra frente a mi.

–Necesito saber si puedes con esto– tragué saliva asustada, sin olvidar ese palpitante dolor que voy a sentir en unos segundos –esto será peor que las anteriores veces– asentí – ¿quieres saber la razón? – negué, pero luego me detuve, tal vez sea mejor que sepa lo que va a hacer, para estar preparada mental y físicamente –entrare a tu cabeza, como un visitante– se acercó a la mesa junto a mí –para hacerlo debo beber de tu sangre– giré preocupada –será una pequeña cantidad, necesito hacerlo para que esto funcione.

–Está bien– sujeté mis manos con la intranquilidad respirando en mi nuca.

–Seguramente cuando salga de tu cabeza, no estarás lo suficientemente consciente como para poder seguir, así que solo lo haremos una vez– no olvido el día en que entro a mi cabeza tres veces, creí que iba a morir.

<<Eso fue ayer>>

¿si?

El caso es que E estaba conmigo y siempre que sentía dolor lo quitaba, aún recuerdo su expresión cada que drenaba lo que supongo eran grandes cantidades de dolor, ese dolor en sus ojos me estremecía a tal punto en que le pedía que se detuviera, pero no lo hizo en ninguna ocasión

–No puede ser– dije entrando en la sorpresa que me causó el darme cuenta de ese sentimiento en mi estomago.

–Voy a entrar– sentí una aguja entrar en mi mano derecha –tomaré solo un tubo pequeño de tu sangre.

–De todas las partes de mi cuerpo elegiste la zona donde más me duele– sonrió.

–En tu mano se ven demasiadas venas– presione mis labios, pero no pude evitar fruncir el ceño –listo– el tubo con mi sangre comenzó a temblar –espero no se escape– reí al ver su rostro –a tu salud– acercó el recipiente cilíndrico a su boca, inclinó su cabeza hacia atrás y bebió del recipiente, sentí asco en tan solo imaginar el espesor de mi sangre pasar su boca –es peor de lo que pensé– puso el recipiente con restos de mi sangre sobre la mesa junto a mí –¿estas lista?

–Nunca lo estoy– respondí sujetando mi mano dolorida.

–Yo tampoco– lo escuché soltar aire por la boca –inclina tu cabeza hacia delante– lo hice no sin antes darme cuenta de que en todo momento he estado pensando en cada cosa que hace, preguntándome si puede haber una falla en todo esto –por favor, necesito entrar, necesito que me ayudes– se arrodillo frente a mí –por favor– por un segundo crei que me estaba hablando a mí –Bashe sa, la, arrabatu, parabashe, arrabashu, parabashe– abrí los ojos asustada, eso no lo había esuchcado antes, todo esto es diferente –parabashu, parabashe, ashe, parabasha, parabashu, arrbaza, arrbatu, controla tu mente Elora y deja llevarte por las vibraciones que salen de mi voz– Bashe, sa, la arrabatu, parabashe, arrabashu, parabashe– contuve el aliento cuento sentí un jalón en mi interior que me desequilibro por completo, intente matener la compotrura sobre la silla, pero no pude –parabashu, parabashe, ashe, parabasha, parabashu, arrabaza, arrabatu– sus manos sujetaron mi cabeza –Parabashu– murmuró cuando nuestras frentes se tocaron –abba, parabashu– un sonido con un instrumento completamete desconocido para mí, inundo mis oídos, conviertiendose en una melodía pausada que fue creciendo paulatinamente –es un cánix– una luz amarilla me hizo abrir los ojos, estoy en un bosque –de donde proviene– mire a mi derecha, Ralph esta a mi lado mirando la luz amarilla que se está acercando– espera– su mano sujeto mi antebrazo, pero no lo sentí, lo vi mas no sentí su tacto.

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