Capítulo Treinta y ocho

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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

E detuvo el auto, al parecer mis padres no están en casa, con nerviosismo miré a mi alrededor a la espera de algo inusual, sé que no muchos soldados salieron por el portal, pero así hayan salido cinco, son peligrosos, asesinaron a abue, tengo tanto miedo de que hieran a más personas, sin embargo sé que debo volver al sitio que me llevó al mundo de E, solo porque el plan de E es lo único que nos queda, supongo que es la única manera, pues en lo que a mí respecta no quiero cargar con más muertes.

–Debemos entrar a la casa–Viré sobre mis talones.

–¿Qué?– pregunté con mi mano izquierda temblorosa, he estado ignorando el temblor en esta mano durante semanas, pero es como si todas las reacciones que tiene mi cuerpo recayeran en mi mano –debemos entrar al bosque– asintió, pero luego se quedó mirando la casa.

–Hay algo en la casa– señaló una de las grandes ventanas –siento algo extraño– fruncí el ceño –Elly, creo que debemos entrar.

–No vengas con esto E, debemos seguir con el plan– E miró el monitor por donde debe agregar el código –no te lo diré, hay que ir al bosque ahora– negó.

–No necesito tu código– presioné los labios enojada.

–¿Qué vas a hacer? ¿Volar?– negó inspeccionando la reja.

–No tengo alas– se alejó unos cuantos metros de la reja –voy a saltarla.

–Espera ¿qué? – dije confundida, pero no me dio tiempo a preguntarle nada, cuando corrió hacia la reja, flexiono las piernas y dio un salto, sus pies se equilibraron cuando llegaron a la cima de la punta de la reja –estás mal de la cabeza– cuando sus pies tocaron el suelo levantaron un exceso de polvo que me hizo toser –eres un cabeza hueca– me acerque al monitor, escribí el código y espere a que la reja se abriera con los brazos cruzados y una expresión de pocos amigos -–si nos metemos en problemas es tu culpa.

Caminamos los extensos tramos de piedras blancas, el crujir de mis zapatos sobre las rocas ralentiza mis pasos y eso solo me preocupa más, no deberíamos tardarnos tanto.

Abrí la puerta con el corazón a mil, lo único que pensé fue en mi padre leyendo el periódico en el sofá, mientras mi madre habla por teléfono, contuve el nudo en mi garganta batallando con el torbellino de sentimientos en mi sistema, quisiera poder verlos y abrazarlos, quisiera que nada de esto hubiese pasado, pero E, miré la espalda de E.

–Lo sabía– me acerque a E – ¿aquí hay un sótano? – asentí

–Es el cuarto de vinos– puso sus manos alrededor de su cintura.

–Qué bueno porque pensé que debía destruir el suelo.

–¿Qué? – pregunté, pero E está concentrado sintiendo y viendo cosas que yo no entiendo

–Llévame allá, tenemos poco tiempo– corrí hacia la sala, a paso apresurado, pase por el salón de baile que ahora es un salón lleno de libros.

Me detuve estrepitosamente al ver un piano de cola con un moño en la esquina derecha del salón, al lado del moño hay una pequeña tarjeta, nerviosa la sostuve leyendo cuidadosamente cada una de las palabras escritas con la letra cursiva de mi padre <<Espero te guste, con amor papá>> contuve el aliento y con las pocas fuerzas que tuve en ese momento, respiré profundamente comprendiendo lo evidente de todo esto.

<<Sabe que lo sé todo>>

Busque a E desesperadamente, no logre verlo solo sentí su tibia mano sobre mi hombro izquierdo, giré mi cabeza a la derecha y allí está con un genuino pesar en su rostro, en ese instante la tarjeta se hizo pesada en mis manos y no pude sostenerla por mucho más tiempo.

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