Capítulo Catorce

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CAPÍTULO CATORCE

Cerré el libro frustrada, el ruido fue tan fuerte que todos en la biblioteca giraron a verme, creí que iban a callarme pero volvieron a lo suyo, llevo horas buscando información sobre un autor del cual no puedo ni pronunciar su nombre, es francés o eso creo, pero no he podido concentrarme, no después de lo que paso ayer con "La cosa" bajo mi suelo y los recuerdos de mi antepasado que desgraciadamente murió de forma extraña, lo que ocasionó que el chico bajo mi suelo viva allí, todo esto es una locura de la cual no quiero ser parte.

Mire el tercer libro frente a mí, enojada lo abrí, eso de leer me está comiendo el cerebro, no digo que sea malo, pero debo entregar el trabajo en diez minutos y no encuentro la maravillosa y visionaria idea del autor. Salte las primeras tres hojas de relleno innecesario, seguí cambiando las hojas hasta que alguien dejo un libro sobre el libro que estoy intentado leer, inspeccione sus manos, tiene las uñas pintadas de negro y el tatuaje de una pequeña nota musical en el dorso de la mano.

–Hola Juan–dije cerrando el libro.

–Esos libros son de diez años antes de que pasara lo que necesitas– mire la portada del libro con frustración.

–Es este libro, solo hay tres copias, la tercera la tienen ocupada y la segunda la tiene un chico que no ha querido devolverlo– abrí el libro negro que Juan dejo en mis manos. –página ciento veinte– busqué la página, allí está la información resaltada en verde.

–Gracias– dije buscando mi cuaderno y algo para anotar.

–¿Puedo preguntarte algo? –asentí copiando en mi cuaderno uno de los párrafos subrayados en el libro –¿Por qué te ves tan mal? –sonreí porque Juan es terriblemente sincero.

–No he dormido muy bien– respondí entre risas.

–No digo que te veas fea– hizo un ademán con sus manos en un intento de explicar –es solo que no te ves como siempre– negué copiando lo demás.

–Entiendo– dije mirando mi celular, faltan cinco minutos para entregar el trabajo –no pasa nada.

–Como sea, me tengo que ir– Juan se alejó, pero se detuvo un minuto, no sé si quiere preguntarme algo más así que observare su extraña actitud, viro sobre sus talones y luego aferró su mano derecha a la tira de su morral, jaló de ella y simplemente salió de mi panorama, confundida negué volviendo al libro, escribí las últimas partes de los apuntes en mi cuaderno, iba a poner los libros en una pila pero no tengo tiempo para hacerlo, tengo solo tres minutos para llegar al salón y entregar mi trabajo a tiempo. 

Salí corriendo de la biblioteca con mi cuaderno en la mano y la mochila abierta, para cuando llegue al salón deje el cuaderno sobre los demás, me salvé por veinte segundos, me despedí del profesor quien está mirando su reloj desesperado, otros estudiantes llegaron al salón a dejar sus cuadernos.

–Cinco, cuatro– mire detrás mío, pobre el que tarde en entregar el trabajo –tres, dos– hay una estudiante de mi clase corriendo por el pasillo como loca, me acerque a uno de los casilleros para darle espacio, porque se le ve preocupada y roja, mientras murmura improperios que no voy a repetir.

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Deje mi morral en el suelo, no se si estoy lista para lo que sea que se venga hoy, ayer dormí en el sofá y me desperté temprano para que mis padres no se dieran cuenta, y también para evitar a lo que habita en mi suelo, aunque no le temo, de hecho, me sirvió un poco, pero no le tengo confianza.

Me acosté en la cama esperando cualquier ruido bajo mi suelo. Espere y espere, pero no recibí respuesta, necesito preguntarle algo, pero no lo escucho.

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