Capítulo Treinta y cinco

4 3 0
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

Aún no he podido entrar a la habitación para ver a E, porque mi abuela decidió llamar a su doctor privado, pensó que era mejor que un profesional ayudara, porque no sabíamos cómo ayudarlo, había perdido demasiada sangre, no entiendo como no me di cuenta, ni siquiera entiendo porque no me lo dijo, me senté sobre la banca de madera junto a la habitación, pensando, no he tenido tiempo a ducharme y ya no soporto el olor a sangre seca, apoyé mis antebrazos sobre mis piernas, aún sumida en la preocupación, sé que E está en buenas manos, pero el solo hecho de pensar que de haber llegado tarde E se hubiera muerto, me hace sentir terrible, me levanté preocupada, ya ha pasado una hora.

Giré cuando la puerta se abrió, el doctor salió con su ropa informal y su maletín negro.

–Está bien, solo necesita descansar– asentí –no sé cómo sigue vivo, es casi un milagro.

–Muchas gracias doctor– dijo mi abuela detrás de mí –lo acompañó a la salida– el señor de edad, miro mi ropa unos segundos con preocupación.

–Fue un placer, nos vemos mañana en la tarde para revisar al paciente– el doctor bajó las escaleras junto a mi abuela.

Entre a la habitación de invitados, allí esta E durmiendo solo con su pantalón gris de paño, su piel blanca esta manchada, por moretones y rasguños, y en su abdomen tiene una gruesa venda blanca, me acerque nerviosa, jamás lo había visto dormir, se ve tan tranquilo, su cabello negro no está igual de largo que la primera vez que nos vimos, pero esta lo suficiente como para cubrir su frente, ni siquiera sé que hago aquí sí sé que se encuentra bien. Me alejo cuidadosamente hasta llegar a la puerta, necesita descansar un poco.

**********************

El agua caliente de la ducha me hizo recordar mi casa, no dejo de pensar en la familia de E, no supe mucho de sus padres, supongo que fue porque ellos estaban intentando incubrir que yo existía, pero a quien engaño, ellos me delataron, aunque desde su perspectiva las cosas pueden ser diferentes, sé que es más que obvio porque E me lo dijo, pero, no sé qué pensar todo esto es una responsabilidad mucho más grande de la que pensé, esta responsabilidad me está obligando a crecer, a moverme en un mundo desconocido que me asfixia si no me dio prisa, los pequeños temblores en mi mano derecha comenzaron a acelerarse, es una reacción de mi cuerpo que seguramente se debe al estrés o al miedo, o es una mezcla de ambas que me está llevando al borde de la locura, cerré los ojos intentando olvidar todo esto, pero vuelven a mi cabeza el recuerdo de las personas que estuvieron conmigo en el mundo de E, hace unos meses hubiese jurado que E era únicamente parte de mi imaginación, pero no lo es, esas personas son reales, tienen sueños, ambiciones, sentimientos, son como yo, lo único que nos diferencia es que ellos piensan diferente y yo solo soy una simple niña con muchas cosas en su cabeza y lagunas mentales del demonio.

–Emi– abrí los ojos al escuchar a abue Mary dentro del cuarto de baño –la cena está lista.

Me puse lo primero que encontré en mi mochila, no sin antes pensar en que iba a ponerse E o si va bajar para cenar, seguramente no lo haga, pero tal vez porque es un súper humano y sana más rápido que los demás, aunque... debo dejar de pensar tanto, di unos cuantos pasos para poder ver la habitación, sigue igual a como la recuerdo, un mueble base cama, unos estantes blancos sin nada, salvo por un mapamundi, giré detrás mío para ver el armario, abrí la puerta de par en par, no recordaba haber dejado ropa, pero si mal no recuerdo la última vez que nos vimos fue hace casi cinco años, miré las camisas en mí se verían pequeñas, pero considerando que soy lo suficientemente delgada como para que entren y se vean bien supongo que tengo que ponerme, aparte de la poca ropa de mi mochila.

–Em baja ya por favor– gritó mi abuela escaleras abajo, rodé los ojos molesta.

–Voy– abrí la puerta no sin antes volver a mirar la habitación, supongo que si vuelvo a mi vida normal no volveré aquí, así que quiero mantener todo en mi cabeza, para que no se borre con facilidad.

Dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora