Capítulo Diecisiete

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CAPÍTULO DIECISIETE

–Te lo volveré a explicar – me puse los tenis de plataforma negros –iré donde mi abuela Mary, mi padre le devolvió el libro, algo debe haber en ese libro.

–Emma ese libro lo leíamos mi hermano y yo por diversión, no hay nada interesante allí– resoplé.

–Pistas E, necesito eso, quizás alguna pista que tenga que ver con ellos.

–No tiene sentido– abrí el buscador en mi celular.

–El escritor no sale por ningún lado, es como si el libro no existiera, intente buscarlo para comprarlo, pero al parecer hay muy pocas copias y nadie las tiene, salvo por un blog que vende cosas raras, sin embargo les escribí y me dijeron que solo tenían una copia que fue vendida hace tres años.

–Tal vez pueda preguntarle a Casandra sobre el libro, pero dudo que encuentre algo que sirva de ayuda– apreté los labios.

<<¿quién es Casandra?>>

Seguramente ya nos habló bastante de ella pero siempre olvidamos todo.

–Tú solo céntrate en buscar la mayor información posible, yo me encargaré de buscar ese libro en casa de mi abuela– busque mi maleta.

–Buena suerte.

–Lo mismo– respondí saliendo de mi cuarto con la mochila en la mano.

Subí al bus preocupada, sé que no le mentí a mis padres, pero igual les estoy ocultando el hecho de que no iré al colegio para ir a ver a abue Mary, me puse los auriculares, necesito relajarme y enfocarme, Leila y Asier tuvieron un hijo pero es evidente que Arnaud los mato a los tres y ¿Quién era el que cuidaba del niño? El asesino dijo que era el mentor de Leila, y el libro...

El libro son historias cortas, sobre lobos y sirenas, es un cuento animado que alguien escribió hace más de cien años, su nombre es Jonatan Luis y no sale ningún registro suyo, solo sale el libro "las historias de un hombre perdido" E dijo que solía leer el libro con su hermano Nathanael, así que si ese libro llegó a sus manos como también a las mías, mordí mi mejilla, eso no es coincidencia, cerré los ojos intentando recordar, la última vez que mi padre me leyó la historia fue hace siete años. El libro era de cuero y su letra era cursiva.

Alguien toco mi brazo, a lo que respondí abriendo los ojos, es un joven de pelo castaño largo hasta el cuello, tiene tierra en una de sus mejillas y su piel es morena, sus ojos son pequeños de un color miel intenso y lleva una camisa blanca ancha manchada de tierra, sus jeans son negros y tiene colgada una mochila con cosas de acampar, está diciendo algo, pero no le comprendo.

–¿Disculpa? –pregunté quitándome los audífonos.

–¿Me puedo sentar aquí? – asentí, a lo que sonrió quitándose la mochila, se sentó junto a mi y puso su mochila sobre sus pies. Mire su nariz respingada y su quijada raspada, es atractivo –soy Atlas un gusto– me ofreció su mano.

–Emma– le di la mano, se siente áspera y es fuerte, supongo que tal vez trabaja con cosas pesadas.

<<O escala>>

Seguramente.

–Un gusto conocerte Emma– sus ojos se movieron de un lado a otro por el bus con curiosidad.

–Lo mismo digo Atlas– iba ponerme los auriculares, pero el chico junto a mi señalo mis audífonos.

–¿Escuchas música? –ni modo que estuviera rezando un rosario.

–Si...¿Por qué?

–Nunca tuve uno de esos, mi padre me crió diferente – pobre chico.

–¿Padres extremistas? – se encogió de hombros pensativo.

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