Capítulo 23- Claudia

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Dados en una mesa, variedades de alcohol y juegos. Absolutamente todo lo obsceno de palabras vulgares se oían, no era algo normal pero era lo común en la vida de Claudia.

Su familia sólo era un gran chiste, ella nació en esa podrida casa, el olor a sangre que salía del cuarto no era una broma, su madre la dio a luz en ese lugar. El olor a sangre no se había ido todavía para luego impregnarse otra vez más cuando su madre se suicido cortándose las venas de su mano.

El olor a óxido que tenia la sangre olía tan mal.

A su padre no podría a verle importado menos, nunca amo a esa mujer. Claramente, Claudia era un estorbo que le había dado. Esa maldita mujer le dio una niña sucia con olor a sangre, tan apestoso. Aunque para su sorpresa esta cosa se parecía a él, ningún rasgo era idéntico a esa mujer, si tan solo esa hubiera parido a un varón quizá no lo odiaria.

Su cabello negro, ojos negros y piel blanca, hacían resaltar sus rasgos delicados y hermosos. Era hermosa y su padre, él, no lo desaprovechó.

Claudia se daba cuenta de las cosas mientras crecía, el amor y el dinero no es algo que tendría en ese hogar, nunca conoció a su madre y no le ocultaron como murió, para su padre era algo gracioso, en esas noches de apuestas con sus amigos era un tema recurrente usado como chiste.

Claudia, ella no preguntaba la razón de aquella decisión que había hecho que su madre se suicidara, la tenía claro.

Su padre había violado a su madre.

Gracias a su belleza, en la escuela la amaron desde que entró pero al enterarse todos que era pobre. Su popularidad se hundió sin embargo su querida amiga Camille que era una chica con algo de dinero, por su amistad decidió que no sería una marginada por los otros y que ella la cuidaría.

Claudia estaba feliz de tener algo de tranquilidad, a la gente no le importaba que fuera pobre, cada día hablaba con sus amigos y su personalidad de buscar amor, hizo que tuviera muchos novios pero ninguno fue bueno.

Sentía envidia cuando otras chicas le quitaban a algún posible novio y le pedía a Camille que les diera una lección, su rencor retorcido le temía a no tener nada y Camille se dio cuenta de ello, no dijo nada y seguía haciendo lo que Claudia le pidiese, no entendía sus razones. Aunque luego de un tiempo sintió curiosidad así que pregunto y como la confianza era mutua, Claudia le contó.

Camille la entendió y agradeció la confianza para contarle de su vida, en ese momento ella también le contó algo importante, ambas se miraron sus ojos llenos de sinceridad...

...y sintieron una conexión especial en ese segundo.
Ninguna lo comprendió.

No lo tomaron enserio.

Tiempo despues un día Camille miro a Claudia besar a un chico en un salón vacío, se sorprendió para luego mirar a escondidas como los ojos de Claudia se abrieron en pleno beso y atraparon los suyos en una mirada sorprendida, luego las comisuras de su boca se alzaron revelando una sonrisa.

Ambas se miraron y algo era claro.

El chico continuó besando y llegó al cuello de Claudia esta se inclinó hacia atrás y soltó un gemido, cerró los ojos, Camille apartó la mirada y frunció el ceño.
Su cara era mala.

Se oyeron los gemidos de Claudia hasta afuera del salón y Camille camino lejos. Llego a un salón apartado y prendio un cigarrillo.

Derrepente alguien abrió la puerta y sus ojos miraron a Claudia que estaba abriendo la puerta mientras arreglaba los botones de su camisa enseguida se acercó y miró a Camille, sus ojos estaban mirándola tan alegremente asi que también sonrió. Saco un cigarro y lo extendió hacia ella, lo agarro y lentamente camino hasta que sus caras estaban muy cerca, encendió su cigarrillo desde la boca con el de Camille, sus ojos nunca se apartaron de los suyos, luego se paró a fumar junto a ella y nadie dijo nada.

El solitario chico fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora