Capítulo 39- Lluvia

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Ya habia pasado una semana de las vacaciones y como lo prometió salio a ver a Noel.

Noel froto su mejilla en la cara de Rolian, sentía sus fervientes pensamientos confusos morir.

Había siempre sentido que nada era real, que todo su dolor solo era parte de algo que desconocía tal cual, quizas eso lo hacía sentir mucho mejor. Nunca hablar, incluso nunca haber sido escuchado lo hacía sentir que nada era real.

¿Qué era real?

Rolian le acaricio el cabello, lo hizo para atrás, mostrando su frente, podía haber algo mal en él, el cuero cabelludo ardía en el calor, incluso su frente fría y la mejilla que habían sido tocados por alguien más, se estaban quemando, derritiendo.

Quería sentir este calor en todo su cuerpo, deseaba que esto lo cubriera como una manta, sentír este calor era tan real que ya no podía confundirse, tener una cura y la salvación, en una sola persona, era magnífico...o irreal.

La cara de Noel se había acobardado y se escondió en su cuello, Rolian sin embargo cuando estaba apunto de mirar a Noel con cariño y apartarlo para besarlo, sonó un diluvio. Había estado lloviendo hace ya quien sabe cuanto tiempo pero no se había percatado, ni siquiera había escuchado nada mas haya de la respiración de Noel.

Había tenido que mentir quien sabe cuanto ya, su vida era una construcción que él ni siquiera había visto, desolado barro cristalizado en paredes que parecen de vidrio. Mentir era solo algo más que se hacía suyo, poder moldear la realidad que nunca podrá controlar lo hacía sentir que participaba en algo.

Que tenía algo.

Era viernes y aunque el sábado se había divertido con Richard, al día siguiente, mintió.

Comenzó diciendo lo que Richard quería escuchar, la verdad.

"Tengo que ver a alguien"

Y finalizó diciendo lo que Richard estaba acostumbrado a escuchar, una mentira.

"Todavía tengo que ver al maestro que contrate"

Mientras veía la lluvia, nada estaba bajo su control, nada era realmente suyo.

No importa cuanto mintiera ninguna cosa seria verdad.

El precio de la mentira siempre había sido la realidad.

La profunda herida de tristeza en su mente, lo hacía divagar con sólo ver la lluvia, la creciente tormenta que se creaba en su corazón se veía fluir ante sus ojos, y el pobre cristal que lo protegia pareciera romperse con facilidad, la ventana no ocupaba reflejar lo que podía imaginar.

No sabía si eran las nubes que oscurecian el día o es que ya se había acabado, miró la hora, realmente faltaban 2 horas para que pudiera irse, era su momento de ver si podía alejarse por propia voluntad de Noel, de ver que tan firme era lo poco que había construido.

Quería alejarse de lo que fuera un desastre, no por miedo si no por ego.
Lo malo de querer alejar a todos por ego es que demuestras que el desastre eres tu.

¿Y como huyes de ti?

-No puedes-
Noel había sentido esa sensación de separación, sabía que Rolian estaba apunto de alejarse de él, volvió a murmurar -No puedes irte-

Rolian aferrado a su idea de demostrar algo que aún no había descubierto.
-Tengo que irme, está lloviendo y según el pronóstico estará peor, no cesará-

-Entonces quédate hasta que termine-

Rolian vio con ternura a los ojos de Noel, este pequeño enfrente de él, parecía una suave nube, se disipaba en su mirada pero en su mente se transformaba en lo que quisiera.

No podía quedarse y no podía irse.

Incluso su cabeza empezó a tener sueño.

Su voz encantadora que todos amaban, susurro en un oido
-No me puedo quedar, amor-

Noel pronto se enderezó, respiro agitado, avergonzado de su propia respuesta, escondió su cara nuevamente, asintió levemente soltando su agarre.

Rolian estaba divirtiéndose de esto, se levantó y al abrir la puerta, Noel lo agarro de la cabeza suavemente para besarlo en los labios.

Rolian estaba divirtiéndose de esto, se levantó y al abrir la puerta, Noel lo agarro de la cabeza suavemente para besarlo en los labios

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Al caminar por los pasillos.
Rolian miró un par de cosas caer, la basura que había estado estancada en una orilla pronto se movió, hacia un lado que no podía dicenir. La lluvia de verdad no iba a cesar.
Su sonrisa también era fuerte, Rolian quien había pasado su propia prueba y de alguna manera ahora ya no podía ni mirar.

El viento que lo alejaba poco a poco de la cobardia, le daba tambien frio, aún con una bufanda de significados que había sido enredada por unas manos cálidas, doradas como el sol, estos días realmente solo había estado lloviendo.

¿Cómo no se había dado cuenta de su propia mezquindad?

Quien alejaba a todos siempre había sido nadie más que el.

La soledad nunca había sido un problema hasta que la verdadera compañía lo siguio como un fantasma, en este caso, era literal.

¿Si algo lo hacía demasiado feliz no era demasiado falso?

A medio camino, paró en seco, vio al cielo, tan nítido y tormentoso, las gotas crepitaban en sus ojos, caían en sus mejillas, ya sea la lluvia o sus lágrimas, daba igual.

La vida era injusta.

Aunque todos vivíamos en este mundo, todo era nuestro y a la vez no era de nadie. Todas esas cosas materiales que crearon para si mismos no era nada más que cosas que nunca existirán. En la muerte nada era tuyo incluso tu cuerpo arrebatado tal vez, era el precio de vivir, un precio que estabas obligado a dar, nadie realmente vino diciendo nada nuevo al mundo, todo siempre había existido, antes de sí quiera alguien lo hubiera pensado.

No había podido ganar nada, su propio reto había fracasado, si volteaba para regresar no solo admitía que no podía estar sin Noel, si no que ya no podía vivir sin él, y que si ya no estaba Noel, entonces él debería suicidarse.

Mirando más al cielo, con todo el agua que lo cubría, cerró los ojos, respiro y se volteo para la escuela.

En un sórdido golpe algo cayó al suelo, y una mano atrapó su brazo, Rolian volteo y miró al de las manos cálidas volverlo a tocar, Richard.

-¡Que haces en medio de la lluvia, te enfermeras!- un grito que apenas se podía escuchar como un leve sonido, cuando cayó un trueno.

Rolian se asustó pero lo asustó más, Noel. Quien estaba solo en ese cuarto, quería ir con él, acariciarlo y besarlo.

Se soltó de Richard y, el rubio busco rápidamente el paraguas que había tirado, y lo cubrió, ignorando completamente a sí mismo como si fuera inmune a la lluvia.

-Vayamos a casa-

Tapado únicamente él, de la lluvia, Rolian se había quedado aturdido hace tiempo, aquel hombre que lo estaba protegiendo así, no era más que el que nunca pudo alejar.
Alejar de un desastre, un desastre que nadie podía amar, uno que no estaba dispuesto a disiparse.

La sorpresa de Richard no era que Rolian estuviera llorando bajo la lluvia como un gato callejero, si no que lo había encontrado en el camino justamente enfrente de él y que no lo había visto por la lluvia y aún así, lo pudo atrapar.

Realmente lo podía atrapar.

El solitario chico fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora