CAPITULO 2

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Me despierto en medio de la oscuridad. Mi cabeza duele, mi corazón palpitaba con gran frenesís, me siento como en una nube y no sabía que estaba pasando. Tengo vagos recuerdos de un hombre que murmuraba mi nombre como un bello canto, como una suave caricia que de tan solo pensarlo me hace estremecer.

¿Dónde estaba?, ¿Qué ha pasado?

Miro a mi alrededor completamente desorientada. Salgo de la cama y busco a tientas el interruptor pero termino encendiendo una lámpara cerca de la cama. Mi respiración se acelera al tiempo en que me doy cuenta que en la habitación donde estoy no es la misma del hotel. Me acerco a las cortinas cerradas y las abro al hacerlo mis ojos reciben un choque inmenso por la enorme luz brillante del sol candente.

Parpadeo varias veces para adaptarme a la luz y me sorprendo al ver la belleza del jardín, y algunos árboles incipientes alrededor de la casa. ¿Dónde demonios, estaba?, ¿Qué está ocurriendo, porque me encuentro aquí?

Voy a encaminarme hacia la puerta cuando esta se abre y de ella desciende una joven mujer con la cabeza cubierta con un velo; creo haber escuchado que las musulmanas cubren su cabello por un símbolo de identidad, es una forma de mantenerse fieles a sus orígenes religiosos, para mantener y preservar su pureza y su integridad,  aunque es un poco ambiguo es algo muy curioso.

—Señorita Moore que bueno que ha despertado, le he traído el desayuno espero sea de su agrado —la mujer deja la bandeja sobre una de las mesillas de café que hay cerca de los sofás de la habitación y alza la mirada para fijarla en mí. —Mi nombre es Salome, estoy a su disposición cualquier cosa que necesite puede pedírmela —murmura la chica con amabilidad.

—¿Dónde estoy? —Pregunto más confundida que nunca —¿Qué hago aquí, como llegue a este lugar? —la muchacha se pone nerviosa pero no responde mis preguntas.

—Coma, le diré al señor que ya ha despertado —dice antes de salir y cerrar de nuevo la puerta tras de ella. Miro la bandeja sobre la mesa y me le quedo mirando un buen rato hasta que salgo de mi aturdimiento dándome cuenta que solo cargo una bata de satén blanco que llega hasta mis tobillos.

¿Qué demonios?

Me acerco a la puerta y trato de girar el pomo, esta se abre y sin pensarlo dos veces salgo de allí. Camino con rapidez por el pasillo, me sorprendo aún más al ver la inmensidad de la casa, es la primera vez que entro en un lugar tan lujosamente blanco, lleno de detalles dorados y con un enorme candelabro en medio del recibidor. Bajo las escaleras una por una acercándome cada vez más a la puerta, cuando estoy a punto de tomar el pomo una voz me detiene.

—¿A dónde crees que vas? —trago grueso, me giro para ver quién es y me sorprendo al verlo de nuevo —buenos días Gema —murmura con una sonrisa ladina.

—¿Qué?, ¿tú quién eres, donde estoy, que hago aquí? —pregunto con desesperación.

El hombre sonríe ladinamente, y acorta la distancia entre nosotros —creo que esa es una historia muy larga Gema.

—¡NO!, yo no te conozco —murmuro con desesperación —¿Qué hago en este lugar?, recuerdo bien llegar al hotel, ¿Por qué estoy aquí, quien es usted? —él se detiene frente a mi sin dejar de sonreír.

—Mi nombre es Omar Abbar, tu dueño —dice estirando su brazo para acariciar mi rostro pero sin pensarlo dos veces golpeo su mano y me alejo de él.

—¡Dueño… está loco, yo no tengo dueño, no soy una vaca para ser propiedad de NADIE! —tomo el pomo de la puerta y trato de salir pero esta se encuentra cerrada con llave. Unos brazos rodean mi cuerpo por detrás, trato de zafarme de él, lucho con todas mis fuerzas pero se me es imposible, ejerce la mayoría de su fuerza para mantenerme quieta.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora