CAPÍTULO 21

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Nos miramos con enojo por un buen rato antes de que él me soltara y me ordenara bajar del auto. No sé en qué momento habíamos llegado, estaba tan perdida en mis pensamientos que al salir del auto no me fije en el enorme castillo frente a mí.

—Pasaremos nuestra luna de miel aquí —no dije nada, ni siquiera me molesté en ver a mi alrededor solo lo seguí como un perro siguiendo a su dueño.

Al entrar al enorme palacio un sequito de sirvientas nos ayudaron con nuestras maletas y nos guiaron por los enormes pasillos. Una de ellas le dijo algo a Omar en árabe, y el respondió con un asentimiento de cabeza y un movimiento de mano. subimos las escaleras que nos lleva hacia las habitaciones, todo está decorado muy bien, con cuadros, oro, ventanales jade y demás, su decoración ataurique hace llamar mucho la atención.

Suelto un suspiro agobiado, Omar abre la puerta de una de las habitaciones y me invita a entrar. Lo primero que ven mis ojos es la enorme cama redonde con dosel en el medio de la habitación, las sábanas son doradas las cortinas blancas, sillones marrones con cojines rojos y dorados. El papel tapiz es de flores de cerezo, con algunas nos blancas o doradas, hay espejos en gran parte de la habitación haciendo que la luz del sol entre con más fuerza a la habitación. Ventanales enormes, un balcón con vista al jardín, rosas en los jarrones sobre las mesas de decoración.

Lo admito todo es hermoso —espero que te haya gustado la habitación ya que pasaremos seis meses durmiendo aquí.

—No entiendo lo que me estás diciendo —respondo sin mucho interés.

—De que viviremos aquí un tiempo, este palacio se lo regalo mi tátara abuelo a mi tátara abuela cuando se casaron, ella era su cuarta esposa, pero la amaba tanto que mando a construir este palacio para ella en muestra de amor y devoción. Mi padre me la heredero en el momento en que nací y juré traer a mi amor aquí el día en que la convirtiera mi esposa.

—Te has casado con la mujer equivocada —respondo obstinadamente. El frunce el ceño.

—No, me case con la mujer correcta, he traído a la mujer que amo y sé que tú también me amas —quiero decirle que sí, que le amo, pero lo que nos divide es su madre, su forma de la vida, la forma en como él me quiere cambiar.

—Yo te odio, y tú también sabes eso —camino hacia una de las ventanas para ver la vista desde allí, pero una vez más Omar acorta la distancia entre nosotros.

—Del odio al amor solo hay un paso Jawhara, y los dos estamos destinados a estar juntos, a convivir el resto de nuestras vidas —dice mientras rodea mi cintura con uno de sus brazos, posando sus labios en mi cuello, erizando mi piel al momento en que siento la calidez de su aliento.

—No hagas esto tan difícil Omar… —murmuro derrotada, no podía negarme a entregarle mi cuerpo ni mi alma cuando ya era dueño de ambas.

—Pantera mía… lo único que quiero es darte una vida de reina, de Diosa de las mil unas noches —no deja de besar esa parte erógena de mí. —Deseo tanto que me aceptes, que aceptes esta vida que te estoy dando, sé que te acostumbraras en algún momento y mientras tanto yo seré el hombre que te cuidara hasta su último aliento —gimo al instante en que me gira para besarme los labios, para estrechar su boca contra la mía y hacerme sentir perdida en el deseo de su cuerpo.

—Omar…

—Quítate la ropa mi pantera dorada, desnúdate para tu esposo —dice alejándose unos pasos de mí, dejándome deseosa de mucho más. Aunque su petición se sintió como una orden mi instinto me impulso a hacer lo que me pedía. Me desnude para él. Me quite el caftán, el hiyab que llevaba puesto, este callo en el piso al igual que la pesada tela que cubría todo mi cuerpo.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora