CAPITULO 41

721 73 2
                                    

OMAR.

Llego a las instalaciones del hotel, mi hermana se encontraba en la planta número 10 en la suite presidencia, De Rosa pensó que mantener alejada a mi hermana de mi era la mejor opción, pero he encontrado la manera de violar su seguridad y encaminarme hacia dónde está mi hermana. Mi hermano Harum se encuentra ahora junto con mi padre en el salón de fiestas, mi madre fue la única a la cual se le permitió acercársele a mi hermana, conocía a mi madre y estoy seguro que debe estar metiéndole ideas a mi hermana y por supuesto aconsejándola de que sea obediente con su nuevo marido.

Por supuesto que la mujer que me dio la vida había traído todo su equipo de estilistas con ella, a pesar de que mi querida hermana se case con un hombre occidental mi madre no permitiría que usara un vestido cualquiera, y que no se hiciera el ritual de la novia.

Amaya era la hermana que más quiero, y con la que más he compartido, a diferencia de las otras hijas de mis padres que se han mantenido al margen de nuestras vidas y solo han estado en los momentos de eventos especiales, Amaya se convirtió en la joya de nuestro imperio, nuestra torre más alta y frágil. Nuestro deber era cuidar de esa torre, pero he fallado, le he fallado.

Trato de pasar desapercibido y logro violar la seguridad de Leonardo, cuando llego a la puerta la toco y la abro en el momento. La sorpresa en las dos mujeres es notoria, pude ver pasar el miedo en los ojos de mi hermana que por cierto se ve espectacular con aquel vestido tradicional.

La última vez que la vi así estaba sonriendo y a la mañana siguiente esa sonrisa desapareció como por arte de magia. Se mantuvo callada, nunca se quejó, nunca dijo que sufría y ahora que la veía no había ni un atisbo de emoción, pero si pude notar la seguridad en sus ojos avellanas.

—Omar… —paso mis manos por mi cabello.

—Necesitamos hablar Amaya, he tenido escabullirme para poder hacerlo —ella muerde su labio inferior con nerviosismo y niega.

—Hijo ¿Qué haces aquí?, es peligroso que… —alzo mi mano.

—Señora Yarem nos haría el honor de dejarnos solos —ordeno sin dedicarle ni una sola mirada. La mujer se marcha y me quedo completamente solo con mi hermana. Conocía bien a Amaya, a diferencia de mis otras hermanas ella era con la que más compartía.

—Hermano, ¿dime que pasa? —pregunto mientras miraba detrás de mí como si temiera que alguien entrara. No podía dejar que se casara con él, no me lo perdonaría nunca.

—Amaya yo… yo quiero que me digas la verdad —digo después con la voz pesada —tu, tú ya conocías a ese hombre, dímelo hermana, se sincera conmigo.

Ella relame sus labios y pasa sus manos por el vestido nerviosamente —yo, yo si lo conocía —respondió nerviosa, la mueca que hice fue inevitable, saber que mi hermana la única a la cual yo cuidaba como una pieza de cristal hubiera decidido sacrificarse como un carnero —lo conocí en uno de mis paseos al centro comercial.

—¿Y después? —pregunte inquisitivamente —dilo Amaya, ¡dime que ese hombre se aprovechó de ti y juro que lo matare antes de que ponga un puto anillo en tu dedo! —juro que si tan solo quebró un solo cabello de su bonita cabeza su tumba ya estaba preparada para él.

—Él no se aprovechó de mi —dice no muy segura de sus palabras —pero si le conocí en el centro comercial, nos hicimos amigos, empezamos a escribirnos y… bueno me reuní con él, pero termino siendo una trampa para atraparme junto a Gema.

—¿Les hizo daño? —niega bajando la mirada —por qué interviniste, porque tenías que aceptar todo esto —mis ganas de ir y abrazarlas están allí, pero me temo que sea capaz de retroceder.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora