CAPITULO 33

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Mi corazón late con fuerza en mi pecho, un lagrima resbala sobre mi mejilla mientras camino hacia Omar completamente decidida. Le tiro el sobre dejando caer todos los papeles junto con las fotos de todas aquellas mujeres.

—¡Como te atreves! —la palidez y el asombro son mas que suficiente para darme cuenta que todo lo que hay esparcido por el suelo es cierto, de que todo este tiempo mi marido a parte de ser un traficante de armas también esta dentro de las tratas de blanca —¡COMO TE ATREVES MALDITA SEA! —grito furiosa, dolida, decepcionada. Golpeo su pecho y el retrocede un poco. No dice nada solo me mira con asombro y miedo en ellos. No dejo de golpearlo, de gritarle, de desquitar toda mi rabia contra él —eres un maldito, un maldito desgraciado que se aprovecha de la inocencia y vende mujeres como si fueran carne.

—¡Tranquilízate cariño déjame explicarte! —él toma mis muñecas y me hace retroceder. Cierra la puerta con él pie y sin dejar de mirarme a los ojos dice —no es lo que crees yo no tráfico mujeres.

—¡No lo haces! —rio con ironía —dices que no traficas con mujeres y hay fotos de ellas, desnudas, CD pornográficos, sus nombres, sus historiales, información de sus compradores, y tienes la osadía de decir que no traficas con ¡MUJERES! —me suelta. El pasa sus manos por su cabello nerviosamente.

—No debiste ver eso, es mas no debiste revisar mis cosas —dice esta vez con molestia en su voz —eres mi esposa Gema tu deber es apoyarme en lo que hago y aceptar como vivo.

—¿Enserio me hablas de deber?, eres un maldito hijo de puta —digo negando sin poder creerlo.

—¡Basta Gema!, no pienso tolerar esa falta de respeto hacia mí, hacia tu esposo —no lo pienso simplemente me le voy encima y empiezo a golpearlo de nuevo. Él trata de evitar cada golpe que le doy con mis puños cerrados, trata todo lo posible de agarrarme con cuidado para no hacerme daño, pero incluso esos intentos y su fuerza no me hace imposible no golpearlo varias veces haciéndole daño —¡Gema por favor para, para YA! —dejo de golpearlo y retrocedo.

—¡No quiero que te acerques más a mí, no deseo si quiera mirarte! —camino hacia la puerta dispuesta a irme, pero su mano me toma del brazo obligándome a detenerme.

—Espera cariño, espera déjame explicarte por favor —las lagrimas han hecho un desastre con mi maquillaje, no puedo parar las hormonas y la emoción del momento me han hecho un manojo de nervios.

—¡Déjame, no me toques! —trato de zafarme de su agarre, pero me toma más fuerte.

—¡No hagas esto Gema, compórtate como la mujer adulta que dices ser! —no me detengo sigo forcejeando hasta que no tiene de otra que soltarme.

—¡JODETE OMAR ABBAR! —digo antes de salir hecha una furia de la habitación.

Necesitaba calmarme, necesitaba alejarme de él de alguna u otra manera, por lo que bajo las escaleras y salgo del palacio. El chofer esta afuera hablando con uno de los guardias al verme abre la puerta del auto para mí.

—¿A dónde quiere que la lleve señora Abbar? —pregunta con amabilidad.

—Al centro comerciar, necesito comprar algunas cosas —el hombre asiente aunque hay duda en su mirada. Él da una señal a los otros guardias para que nos sigan, por mucho que me moleste que siempre estén detrás de mi comprendía que era por seguridad y petición de Omar. Estoy molesta con él, pero tampoco sería capaz de arriesgarme o ponerme en peligro.

El auto sale de la residencia y va camino hacia el centro comercial. Pienso en lo que vi aun no puedo borrar las imágenes de mi cabeza ni mucho menos el nombre que no pensé que vería en esa lista.

Amalia Jones, mi amiga cuando aún trabajaba en Armani.

***

OMAR.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora