CAPITULO 39

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GEMA.

Me despierto sobresaltada, una mano acaricia mi rostro con leve suavidad, pero al abrir mis ojos solo hay oscuridad. Suelto un suspiro pesado, deseando internamente estar en casa, junto a mi marido, junto al hombre que se adueñó de mi corazón y alma. Poso mi mano sobre mi bebé que ha estado inquieto como si percibiera lo próximo que sucederá.

Salgo de la cama, la habitación esta en penumbras por lo que solo la luz de la luna ilumina gran parte de la recamara que se me fue asignada. Estoy por ir al baño, pero la figura de un hombre se encuentra en el balcón, en el momento me paralizo, la respiración se retiene en mis pulmones y mi alma casi se sale de mi cuerpo.

—¿Quién esta ahí? —pregunto completamente nerviosa. Estoy por agarrar un jarrón, pero el hombre se gira y el rostro de mi rostro está iluminado por la luna —Omar...

—El mismo que te ama tanto que es capaz de cualquier cosa por ti —la forma en como lo dijo oprimió una parte de mi corazón herido. Camino hacia él dando pasos vacilantes. Por un momento tengo la duda de que sea real lo que mis ojos están viendo. Cuando estoy lo suficientemente cerca me quedo paralizada.

Si es él, es mi hombre, mi marido, mi amante.

No me resisto mas y voy hacia él, sus brazos me toman y rodean mi cintura. Mi cabeza cae sobre su pecho fuerte, su olor me llena y brindan de una calidez reconocible. Lo necesitaba, lo extrañaba, por mucho que quisiera estar enojada con él es imposible, le amaba demasiado como para odiarlo, como para estar toda mi vida molesta por lo que hace.

—Mi pantera dorada, mi hermosa reina —él hunde su rostro en mi cuello haciendo de su abrazo más fuerte. Él pequeño bebé patea mi vientre reconociendo a su padre al instante. Una sonrisa ronca hace vibrar el pecho de mi marido, Omar posa su mano en el lado donde patea nuestro hijo y la acaricia con amor.

—Son lo mas importante de mi vida, son la luz y mis sombras, son mi motivación y único balance —acuna mi rostro —eres lo que me mantiene cuerdo Gema, eres la mujer que me mantiene cuerdo.

—¿Llegaste a un acuerdo con él? —asiente —¿Qué acuerdo? —pregunto curiosa y un tanto temerosa.

—Mi hermana... mi hermana os a salvado a todos —frunzo el ceño sin entender —ella era nuestra bandera blanca, Leonardo De Rosa la reclamo como premio de paz —por que no me sorprendía, pero eso es algo que no le contaría a mi marido.

—¿Amaya lo sabe? —asiente.

—Llego en el momento en que estaba por armarse la guerra en la planta baja, no seria capaz de vender a mi hermana lo sabes bien, pero tampoco arriesgaría tu vida y la de nuestro hijo.

—Pero...

—Amaya por muy extraño que pareciera decidió aceptar la propuesta de matrimonio de Leonardo, tengo la extraña sensación de que Amaya ya lo sabia y que Leonardo la obligo acceder —lo dudaba mucho, ya que los vi muy acaramelados, aunque tampoco le diría eso a Omar —nunca me voy a perdonar esto, el sacrificio que hará Amaya es mucho para ella, ser la esposa de un jefe de la mafia occidental es otra cosa, ellos piensan diferente, y Amaya se crio de una manera completamente contraria.

—Pero puede haber una posibilidad de que sea feliz, eso no lo puedes saber tú, quizás...

—Leonardo no es un hombre bueno —murmura.

—¿Acaso tu lo eres?, lo único que los diferencia es que tu te hincas y rezas a Dios, usas una túnica blanca y vives bajo tus propias tradiciones del pasado. Omar eres un mafioso, que posiblemente ante la sociedad eres un terrorista, dudo mucho que Leonardo trate mal a tu hermana, durante el tiempo que hemos estado aquí no nos ha tocado ni un solo cabello —dudo mucho que mi cuñada haya tenido esa suerte.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora