CAPITULO 4

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Ha pasado casi tres semanas desde mi secuestro, me he acostumbrado a la soledad de la mansión, la mayoría del día me la paso sola, con la única compañía de los sirvientes que se encargan de cada rincón de la casa. Salome que está al tanto de todas mis exigencias, es la única compañía cercana que tengo he incluso la he visto como una buena amiga que me hace reír con sus chistes malos y me cuenta un poco sobre la familia de Omar. No lo negare vivir bajo el emporio de un millonario es muy satisfactorio, las atenciones, las joyas, los regalos costosos que llegan cada día por parte de mi captor es “joder”, no encuentro la palabra para eso pero ha despertado la vanidad en mí.

Omar Abbar, cada vez que su nombre resuena en mi cabeza una parte de mi cuerpo responde como si deseara ser atendida por sus febriles caricias. Jodido sea ese hombre de ojos preciosos, de mirada dominante, de cuerpo bien definido, lleno de poder y un aura de control que despierta fantasmas que jamás creí que tenía.

Me atraía como un imán al metal, y lo que más me molestaba de ello es que él lo sabía.

La puerta de mi habitación se abre y de ella desciende Omar, con su típico caftán y turbante haciéndolo parecer todo un príncipe árabe. Termino de peinarme el cabello frente al tocador, no me tomo la molestia en levantarme ni mucho menos de saludarle.

—Salome me dijo que estuviste disfrutando de la alberca, que pena no haya estado presente para verte nadar —murmura acercándose a mí y posando sus grandes manos fuertes llenas de venas y anillos dorados como el sol —te tomas la libertad de mostrar tu piel cuando no estoy ¿acaso tienes miedo?

—No tengo miedo, lo único que no quiero es que te tomes libertades que yo no he aceptado…Mmm —jadeo cuando su mano rodea mi cuello y lo aprieta ejerciendo un poco de fuerza, excitándome con su toque agresivo.

—Tengo derecho, los tuve en el primer momento en que tu cuerpo responde al mio —se inclina y murmura en mi oído —eres como el sol Gema, caliente, malditamente caliente —cierro mis ojos excitada por sus palabras —dímelo, dime que aceptas ser mía, si lo haces podre darte la libertad que tanto deseas y mucho más de lo que el dinero puede comprar.

—Omar…

—Dilo Jawhara, juro darte el mundo si tan solo me das una noche, solo una noche para demostrarte que puedes disfrutar de los placeres del deseo carnal, y las riquezas que puedo darte si te entregas a mí por completo.

Trago saliva, incapaz de soportar más ese ardor, esa curiosidad que me quema por dentro, no tengo nada que perder a parte sería la única manera de recuperar mi vida y tomar el primer vuelo en el segundo en que él se descuide. Abro mis ojos y me pongo de pie, no lo dudo en ningún momento, y sin aun girarme fijo mis ojos en el espejo mirando su rostro cincelado, con aquella barba sexy que lo hace ver mucho más guapo.

Bajo los tirantes del camisón lento y tortuosamente hasta que la ropa de dormir cae por mi cuerpo haciendo un ruido seco.

Giro mi rostro para verlo a los ojos —esto responde a tu pregunta —digo entre un jadeo provocador. Nunca he estado con un hombre, la vida es muy dura por lo que no tuve la oportunidad ni el tiempo de pensar en que se sentía estar dentro de una relación de pareja, me hice amiga de la soledad y así ha sido siempre desde la muerte de mis padres.

No negare que tenía miedo, mucho miedo pero con valor quise parecer lo más experimentada posible.

—Más que eso, solo alteras más mis ganas de poseerte Jawhara —suelto un suspiro pesado cuando uno de sus dedos pasan por mi espalda, desde el comienzo del cuello bajando poco a poco por el hilo de la columna —hermosa como una gacela dorada, hermosamente provocadora —dice deteniendo su caricia en la raja que separa mis nalgas, esa que están cubiertas por una braga de encaje blanco —te tendré Gema, te poseeré el alma y dominare tu cuerpo a mi antojo, pero quiero que ese momento sea especial, que ambos disfrutemos de la velada juntos y del comienzo de esta relación entre nosotros.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora