CAPITULO 29

789 78 4
                                    


OMAR.

Veo como mi tío se desangra, el placer que me da verlo sangrar, así como lo hizo mi esposa con ese maldito disparo que casi la mata.

—Así que tío, has estado jugando mucho estos días... puede que las putas que frecuentas te han hecho enloquecer ¿verdad?, pero que curioso no, ¿Qué pensaría tu hermosa Beduina, que pensaría tu preciosa esposa de lo que acabas de hacerle pasar?, la avergonzaras y ahora se quedara sin marido por tu insolencia.

—Sobrino... —jadea — ¡por favor te lo suplico ten piedad! —Harum vuelve a meterle otro golpe con los anillos de hierro.

—¡DE VERDAD CREES QUE SOY ESTUPIDO, DE QUE NO SE QUE FUISTE TU EL MALDITO QUE HA ESTADO APUÑALANDO TRAS MIS ESPALDAS! —grito —podrás ser mi sangre, pero no seré indulgente contigo, ni mucho menos piadoso Bilal. — He dejado que mi hermano lo golpeara primero pero ya no le necesito ahora así con un movimiento le digo que se valla. Harum me mira una última vez antes de salir de la celda y dejarme solo con mi tío —casi matas a mi esposa, ¡casi matas a mi madre tu hermana maldito psicópata!

—No se... no sé de qué me hablas —dice entre gemidos de dolor.

—Claro que... si lo sabes, ahora dime una cosa querido tío ¿Cuál era tu objetivo al matarnos?, ¿Qué eras lo que tenías planeado he? —el niega.

—Tu madre... —le doy el primer golpe a puño cerrado. El hombre se queja de dolor, pero aun así se mantiene despierto.

—¿Qué tiene que ver mi madre en todo esto? —vuelvo a preguntar —¡es que me crees estúpido, mi madre estaba allí conmigo, conmigo maldita sea! —grito furioso, famélico. Vuelvo a golpearlo una y otra vez hasta que se me abren los nudillos.

Tomo el valde de vinagre y se lo hecho encima. Mi tío grita como un maldito cerdo. Voy a estamparle otro puñetazo cuando la puerta se la celda se abre —¡HIJO! —su voz, escuchar su voz enciende un fuego dentro de mí que ni con una sola cubeta de agua bastaría para apagarla. Me giro para verla allí parada con su rostro horrorizado, con una de sus manos sobre la boca mirando a mi hermano mal herido —¡Oh por Dios!

—¿Qué haces aquí madre? —pregunto bruscamente, ella voltea a mirarme y niega —¡QUE HACES AQUÍ! —grito al ver que no responde.

—Vine a evitar que hicieras una locura, ha eso vine —responde con una tranquilidad que no tiene —¡no puedes matar a tu tío, es nuestra sangre, es mi sangre! —su respuesta solo me hace reír.

—¿Nuestra sangre? —niego —el hombre que mando asesinarnos es nuestra sangre.

—Hijo...

—Hermana... hermana dile la verdad, dile que fuiste. Que fuiste tu quien me dijo que sacara del medio a la esposa de tu hijo —cada palabra sale entre cortada, entre jadeos dolorosos —díselo...

No dejo de mirarla, de ver cada expresión de ella, de darme cuenta lo idiota y ciego que he sido.

—Hijo...

—¡FUERA, FUERA DE AQUÍ MADRE FUERA! —grito lleno de rabia y decepción. Ella se niega a irse por lo que simplemente tomo mi arma y le disparo cuatro veces al hombre que por mucho tiempo me ha hecho la vida de cuadritos. La mirada desorbitada de mi madre, su grito de horror, el llanto que viene después junto con la culpa —¡vez lo que me haces hacer madre, me obligaste a matar a mi propio tío por tu culpa, por tu egoísmo! —ella niega entre sollozos —tu objetivo era separarme de Gema, pero lo único que has hecho es alejarme más de ti —ella no deja de mirar el cadáver de mi tío con horror y miedo.

—¡Todo esto es culpa de la puta de tu mujer, ella te ha arrebatado de mi lado! —dice sin mirarme a los ojos.

—No madre, yo le arrebate su vida para mantenerla a mi lado, yo la hice mía, le puse la corona y la doblegue a mi voluntad, si alguien aquí tiene culpa de que ella este a mi lado ese soy yo ¡pero decidiste arrebatármela! Y ya vez las consecuencias de tus insistencias. ¡Para la próxima contrata tu al sicario, quizás de esa manera pueda matarte a ti en su lugar!

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora