CAPITULO 36

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GEMA.

Lucho todo lo que puedo contra los guardias que me llevan a rastras hacia el auto. Él desgraciado de mi marido está parado en el recibidor como si fuera de lo más natural verme como sus guardias me obligan a caminar hacia él auto.

—¡Maldito, eres un desgraciado cobarde! —grito a todo pulmón. Él me quiere fuera, alejada de él, ese es su supuesto castigo como si yo no pudiera vivir sin él que es una real estupidez. Los guardias me siguen jalando del brazo, pero me agarro fuerte de la puerta principal —¡no me iré solo porque tú lo ordenas! —y ese es el gran problema, no pensaba por nada en este mundo irme y darle la satisfacción al desgraciado de mi marido dominarme.

—¡YA BASTA GEMA!, has estado muy cansada creo que te vendrá bien un poco de aire fresco, de calor abrazador. Estoy muy seguro que te encantara uno de mis oasis —él guardia logra hacer que me suelte del marco y me lleva cargada entre sus enormes brazos de gorila. Miro mal a Omar y antes de que me metieran y cerraran la puerta del auto le saco el dedo corazón.

—¡Vete al puto infierno Abbar! —grito con furia. Lo veo fruncir el ceño y acortar la distancia entre nosotros. Me cruzo de brazos y miro al fondo del auto.

—Pronto nos volveremos a ver habibi —va a tocarme el rostro y alejo su mano de un manotazo.

—Bien, pero ten en cuenta Omar que desde este momento doy por roto lo que teníamos entre nosotros —murmuro sin miedo alguno.

—¿No hablaras enserio? —pregunta en un tono mucho más bajo que el que tenía antes. Fijo mis ojos en los suyos.

—¿Nunca lo has entendido verdad?, puedo tolerar cualquier cosa Omar, he podido dejar atrás lo que me hiciste porque me enamore de ti, por que amo cada cosa buena que tienes. Puedo cerrar mis ojos antes tus negocios turbios, pero eso no Omar, las ventas de mujeres no lo puedo tolerar. No seré cómplice del encarcelamiento y la venta de chicas inocentes.

—Ellas lo hacen por voluntad propia…

—¡NO!, lo hacen porque no tienen otra opción y estoy segura que tú tampoco les dejas más alternativas, así como yo nunca tuve una —tomo la puerta y le cierro de un puertazo.

No sé de qué me sorprendo conocía muy bien a mi marido tanto que no me extraña que me mande lejos. Creo que es lo mejor, alejarme de él será lo mejor para nuestro hijo y para mí, aunque hubiera preferido que él me dijera que lo dejaría, que lo haría por mí.

Cierro mis ojos por un momento tratando de apaciguar un poco el mareo mientras dirigimos a unos de los helipuertos de Omar. Cuando el auto se detiene me sorprende ver un jet privado y a mi cuñada con dos hombres agarrando sus brazos.

La puerta del auto se abre y el frio que siento en el momento es aterrorizante.

—Buongiorno signora…

OMAR.

Algo muy dentro de mi sabe que hice mal alejarla, pero necesitaba que entendiera que en mi mundo su opinión podría poner en duda mi fuerza y decisión. La amaba, seria capaz de quemar el mundo por ella, pero no podía torcerme en algo que se lleva trabajando por mucho años antes de que yo naciera, aunque he modificado algunas reglas donde las mujeres tienen algunos derechos como también deberes.

No se permitía la violación, ni mucho menos se les obligaba acostarte con cualquier postor, todo iba en base a la decisión de las chicas que quisieran vender su cuerpo por un par de fajas de dinero.

Para muchas es el sueño soñado acostarse con los mas ricos del mundo, incluso por un par de diamantes o oro. Las mujeres son fáciles de deslumbrar, fácil de cautivar con alguna bonita joya, y soy muy pocas aquellas mujeres que caen bajo el poder del dinero, los lujos, el poder.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora