CAPÍTULO 7

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El auto pasa por el camino de piedra que nos lleva al palacio de los Abbar. Todo es una gran sorpresa para mí, es la primera vez que entrare en un lugar tan despampanante como lo es un palacio marroquí. Los Abbar no escatiman en gastos y eso que no he visto la enorme mansión por dentro.

Cuando el auto se paró frente a la casa, la puerta enorme de madera oscura se abrió y de ella descendió una mujer cubierta hasta la punta de los pies, incluso su rostro está cubierto con una burka blanca.

Solo espero nunca llegar a ese extremo de cubrir de esa manera, por muy bonito y honorable que sea. Amo mi cuerpo, mi físico aunque no es perfecto me siento hermosa y eso es lo que importa, me encanta mostrarlo ser libre de hacerlo, aunque que puedo decir si en este preciso momento cargo un hijab.

—Cariño baja… —salgo de mis pensamientos, y tomo la mano de Omar. La sonrisa en su rostro me hace tensarme y sin verlo previsto el acuna mi rostro y me besa, un beso intenso y sin ningún tipo de pudor. Si es un sin vergüenza.

La burbuja se explotada por el carraspeo de una persona, ambos giramos y nos encontramos con otra mujer de cabellera roja como el fuego, de ojos azules, de tez blanca y pecosa.

—Seáis bienvenidos, es… es un gusto verlos —murmura la chica pelirroja. Omar frunce su ceño, y fija sus ojos en mí con una sonrisa tensa. De igual forma toma mi mano y besa mis nudillos, ambos subimos las escalinatas que nos acerca a la chica, cuando estamos lo suficientemente cerca la chica hace una inclinación de cabeza.

—Omar… —su nombre salió como un jadeo deseoso de la chica. Algo en mí se contrajo, y una rama que jamás creí que tenía apareció haciendo que mi corazón se sienta apuñalado.

—Rani, que gusto verte de nuevo, ¿Cuándo llegaste? —pregunta el intenso hombre a mi lado.

—No hace mucho, la señora Abbar me invito para que la ayudara con los preparativos —responde con una sonrisa tensa. Ella me mira por unos segundos antes de volver sus ojos a Omar.

—Bien, te presento a mi prometida Gema Moore —el murmura algo en su idioma no entendible para mi aunque la sorpresa que vi en sus ojos fue más que clara, algo le dijo Omar que la ha dejado impactada tanto que la chica tomo una respiración me miro y después entro a la mansión como si hubiese visto un puto fantasma.

—¿Qué le ha ocurrido? —pregunto confusa.

—Nada cariño, entremos —él toma de mi brazo y ambos entramos a la enorme casa. Todo es tan… tan lustroso, lleno de un brillo y una decoración impecable, hay sirvientas y demás empleados encarándose de la decoraciones, mientras nosotros caminamos por el enorme salón principal hasta llegar a una de las habitaciones, uno de los sirvientes nos abre la puerta y es allí donde nos encontramos a la enorme familia Abbar.

Los ojos están puestos en nosotros, la sonrisa de una de las mujeres mayores desaparece por arte de magia y me mira con su ceño fruncido. A diferencia de las demás, ellas sonríen deslumbrantes vestidas tradicionales con lo única diferencia que no cubren sus cabezas con el típico hijab.

—¡Bienvenido a casa Hijo Mio! —murmura la mujer de castaño cabello y piel olivácea. Omar suelta mi mano para acercarse a la mujer mayor y le da un suave beso en la frente. La señora mira a su hijo con adoración mientras que a mí me da una mirada despectiva.

—Hermano…—saluda una de las mujeres que están en el salón. Omar se acerca a la chica y le da dos besos en la mejilla al igual que a las otras mujeres y a los niños solo revuelve sus cabellos para después regresar a mí y extender su mano.

—Ven aquí… —trago grueso, poso mi mano en la suya que están cálidas y un poco húmedas. Me hace acercarme hacia la mujer que no ha quitado sus ojos de mí y antes de que Omar pueda presentarme las puertas se abren y de allí descienden varios hombres vestidos con túnicas y turbantes.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora