CAPÍTULO 9

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Me despierto sobresaltada por los golpes de la puerta, lo primero que buscan mis ojos es al hombre que duerme a mi lado pero este no se encuentra, su lugar en la cama esta frio por lo que ya lleva horas de haberse levantado. Salgo de la cama y camino hacia la puerta y la abro antes de que vuelva a tocar.

—Buenos días —lo primero que ven mis ojos es a la hermana de Omar, la melliza de Harum Amaya, el día de ayer tuve la oportunidad de conocerla y aunque no interactuamos mucho es la más tratable de la familia a diferencia de la madre de Omar que no dejaba de mirarme con recelo y superioridad.

—Buenos días —respondo, ella me sonríe con pena.

—Mi madre quiere verte, disculpa que te haya interrumpido el sueño pero no había manera…

—No te preocupes, pasa déjame y me doy un baño rápido —termino de abrir por completo la puerta para dejarla pasar. Ella me mira dudosa pero entra y observa todo a su alrededor. Cierro la puerta y me dirijo al baño pero me detengo al escuchar su voz.

—Sabias que eres la primera mujer que entra a esta recamara, ni siquiera nosotras que somos sus hermanas hemos estado aquí más de cinco minutos —frunzo el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto confundida.

—Mi hermano es un hombre muy recatado, aunque de vez en cuando se comporte como un imbécil con algunas mujeres, y las utilice como objetos sexuales, él nunca ha traído una mujer a esta mansión, ni mucho menos ha dejado que se acuesten y duerman en su cama, por lo que siéntete afortunada, le importas mucho como para traerte aquí y presentárnosla como su mujer. Gema entrar en esta familia te traerá muchos problemas con mi madre, pero si de verdad amas a mi hermano no lo dejes nunca, tu partida seria la caída del príncipe del imperio Abbar.

Oírla decir eso me eriza la piel, si supiera ella que lo único que siente su hermano por mí es obsesión, ese hombre está obsesionado conmigo aunque por las noches me haga sentir en el paraíso del Edén. Suelto un suspiro, Ancio de todo corazón la libertad pero hay ocasiones en el que la imagen de Omar aparece en mi rostro, haciendo sentirme débil, es como si tuviera el anhelo de quedarme a su lado aunque este sentimiento podría ser síndrome de Estocolmo por lo que me recuerdo a mí misma como llegue aquí y porque acepte ser la puta personal de don Omar Abbar.

Después de darme un baño y vestirme con ropa casual, ambas salimos de la recamara y nos dirigimos hacia el salón donde se encuentra la madre de Omar. Esa mujer me tiene cierta idea desde que llegue aquí, no comprendía el por qué, pero en un momento lo descubriré.

—El salón de las mujeres, o como los hombres de esta casa suelen decirle, el harem esmeralda —murmura la chica de sonrisa sincera, ella es la única a la cual encontré simpática cuando mi Omar me presento a su familia. Ella abre la  puerta y me deja entrar, en aquel lugar todo está decorado con mosaicos y papel tapiz de colores vivos como anaranjado floreado, rojo brillante, todo tipo de verdes que hacen ver el lugar una majestuosidad.

—Por lo visto te ha gustado el lugar —me tenso al escuchar su voz —este palacio tiene años de historia, y ha estado en legado de la familia de mi esposo por más de una década. La primera vez que entre aquí estaba bestia de novia y en mi dedo ya había una argolla a la cual me unía a la familia Abbar —puntualizo con malicia en su voz, ella se pone de pie y se acerca a mí con su aire de superioridad —en este lugar solo las mujeres pueden entrar y los hombres de esta casa respetan esa regla, Gema no serás la primera mujer que mi hijo tendrá no lo olvides nunca.

—¿Por qué me dice eso señora? —no comprendía a dónde quiere llegar ella.

—En esta casa se cumplen mis exigencias, yo soy quien mando aquí, y mientras siga viva eso jamás va a cambiar —ella mira a sus hijas y hace un gesto con la mano haciendo que todas salgan del salón —de ahora en adelante harás lo que yo te diga sin importar lo que piense mi hijo, ahora besa mi mano —ella levanta su brazo y me extiende su mano pero no la tomo, ni mucho menos me inclino para besársela.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora