CAPITULO 28

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OMAR.

Me quedo mirando a la nada, el medico esta arriba con todo su equipo sacándole la bala a mi esposa. Mi madre se encuentra bien gracias a Dios al igual que mi hermana, ambas están sentadas en el otro extremo de los sofás en un silencio sepulcral. Aún están en shock, ya informé lo sucedido a mi padre y Harum está investigando.

No puedo dejar de pensar en mi mujer, en como sentía que la perdía, en sus palabras antes de desmayarse. Un golpe de culpa me carcome, no sé si estaba delirando al decir aquellas palabras o solo lo dijo porque creía que moriría. Debería estar feliz de que me haya confesado que me ama pero en este momento más que felicidad me siento culpable.

Mi amada esposa esta allá arriba jugándose la vida mientras los malditos que mandaron atacarme deben estar sentados bebiendo wiski y planeando otro ataque.

El enojo vuelve a mí a un punto de explosión, trato de controlarme de guardarme mi ira para otro momento ahora lo único que importa es que mi pantera salga de está con bien y junto a nuestro hijo. Después de esperar más o menos tres horas el doctor baja las escaleras poniéndonos todos alerta, mi madre es la primera que se levanta para acercarse al doctor.

—Doctor... —el asiente hacia mi madre y mirándome seriamente habla.

—Señor Abbar su esposa en este momento se encuentra estable, por los momentos le mandare analgésicos y algunas pastillas que le servirán para el desarrollo del bebé. Admito que por un momento creí que feto había muerto dentro de ella al no percibir sus latidos, pero ya minutos después pude escucharle. Tiene que tener reposo absoluto y evitar que se le habrá la herida, la bala no perforo ningún órgano ni hueso —el doc me entrega un papel con los medicamentos junto a las indicaciones de cada cuanta hora tengo que dárselas.

—Muchas gracias doctor le hare llegar su pago —el hombre asiente y se retira.

Todos soltamos un suspiro de alivio mi madre me mira con una media sonrisa en su boca —todo estará bien hijo, ya verás que tu esposa se recuperará.

Asiento —¿ahora te agrada mi esposa madre? —pregunto con burla irónica.

—¿Por qué lo dices así hijo?, por supuesto que me preocupo por ella está esperando a mi nieto —dice frunciendo su ceño. La miro por un momento y algo hace clic en mi cabeza.

—Espero que no estes involucrada en esto madre o juro que lo pagaras muy caro —murmuro cada palabra con la suficiente fuerza como para que la golpee suavemente.

Los ojos de mi madre se abren con sorpresa en ellos —¿Cómo puedes pensar eso de mí?, yo jamás me atrevería.

—Si ya hiciste perder a mi esposa un hijo mío cual sería la diferencia si lo hicieras dos veces.

—¡Yo no arriesgaría a mi hijo a un balazo para eliminarla a ella!, no seas ridículo... será mejor que me valla ¡Vámonos Amaya! —ella se gira y se encamina hacia la puerta principal. Mi hermana me mira con los ojos apagados y asiente.

—Espero que se mejore hermano, ya verás que todo saldrá a la luz —sigue a mi madre y la veo marcharse.

***

Estoy sentado en uno de los sofás que están al frente de la cama. Ella duerme plácidamente no he dejado de mirarla, de observar y contar cada respiración suya temiendo que no lo haga, no dejo de mirarla de prometerme vengarme de aquellos que la dañaron, planeando matar a cada uno de mis enemigos.

Yo sería capaz de encender el mundo por ella, sería capaz de enfrentarme al mismísimo diablo por la mujer que duerme plácidamente en mi cama.

Todo aquel que sea capaz de tocar uno de sus rubios cabellos morirá, sangrara como un cerdo despellejado, lo hare sufrir al punto que me suplicara piedad.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora