DOS AÑOS DESPUES.
“La vida es una constante lucha, y el amor suele hacer amena la rudeza de los días duros”.
Con el tiempo aprendes a valorar las pequeñas cosas que te da la vida, desde respirar, desde estar sentado comiendo tu comida favorita, desde incluso aquellos momentos que te otorgan felicidad. Omitiendo lo material ser feliz es lo más importante y es por eso que vivir el momento es lo mejor que puede hacer una persona.
Yo estuve dispuesta a todo, a renunciar a lo que posiblemente era un destino incierto. En parte le daría las gracias a mi esposo por su insistencia y constante lucha por mantenerme bajo su poder, bajo sus sabanas gravando su nombre en mi cuerpo, sentándose en mi corazón herido por la vida y la soledad.
Omar Abbar se convirtió en el comienzo de una vida compuesta de amor, locura, deseo, pasión. Se convirtió en mi único refugio ese que me protegería sobre todas las cosas y me pondría por encima de cualquier persona. Omar Abbar mi captor, mi hombre de ojos claros, de piel trigueña, mi hombre posesivo, obsesionado, mi hombre celoso y audaz mi amado guerrero árabe.
Camino hacia donde esta. Se encuentra sentado frente la hoguera, después de toda la tormenta y esperar que pasaran dos años del nacimiento de nuestro hijo decidimos tomarnos dos meses de vacaciones nosotros dos solos en medio de la nada, en medio de este caluroso desierto.
Camino hacia él mientras contemplo su musculoso cuerpo esculpido por el Dios mismo, su piel morena clara, su cabello ahora largo hasta los hombros, esos ojos tan intensos que si me miraran ahora me harían hincarme y venerarle. Él esta de espaldas por lo que no nota que estoy detrás de él, apenas estoy lo suficientemente cerca casi rosando su piel le abrazo por detrás.
Él no se sobresalta simplemente suelta una risita haciendo vibrar su pecho —sabias que puedo oler tu aroma desde un metro de distancia habibi.
—Hablas enserio zawji —esposo. Murmuro cerca de su reja melosamente.
—Muy enserio zahrati —flor mia. Él toma de mi mano y la jala haciendo que quede sentada en su regazo —el mundo podría acabarse en este momento y no seria suficiente motivo para que deje de mirarte.
—Solo a mi… —poso mi mano sobre su creciente barbaba.
—Solo a ti mi qamari, solo a ti —Omar me toma en brazos y nos dirige hacia el toldo. Estamos en medio de la nada, en un oasis propiedad de los Abbar. Él me deja sobre la cama para después alejarse unos pasos y sin quitar su mirada de la mía procede a bajarse el pantalón de chándal dejando a la vista su masculinidad erecta en todo su esplendor. Relamo mis labios golosamente y sin esperar más también me dispongo a quitarme el albornoz.
Ambos estamos completamente desnudos y ansiosos. Lo necesitaba, necesitaba a mi marido como el aire, como el agua, lo deseaba al punto de la locura.
El acorta la distancia que hay entre nosotros y me acorrala con su cuerpo en medio de la cama —mi dulce esposa, amada mía —hunde sus dedos en mi cabello tomando un puñado de ello me besa con voracidad y gimo al mismo tiempo en que nuestros sexos se rosan.
¡Oh Dios!
Jadeo entre sus labios, ambos nos frotamos, nos tocamos sin dejar de besarnos intensamente rudo. Yo también hundo mis dedos en su largo y medio rizado cabello suave y largo y muerdo su labio inferior. Empujo su cuerpo haciendo que quede bajo de mi y tomo su tronco grueso entre mis dedos y lo posiciono en mi entrada.
Podía esperar más, y los juegos previos no eran lo mío.
Bajo por toda su longitud y gimo en el momento. Mis ojos se cierran disfrutando de la invasión de su miembro llenando cada partícula de mi sexo.
—Eso se siente tan bien —murmura Omar con una sonrisa en su rostro. Mis manos están sobre su pecho, comienzo moviendo mis caderas arriba, abajo, hacia el frente, hacia atrás lenta y tortuosamente en círculos. Estamos unidos por nuestro amor, por nuestro sexo, por nuestros hijos. Nada absolutamente nada nos separaría, ni mi mezquindad, ni las ganas de una libertad, ni mucho menos el inframundo en el que vivimos.
Muerdo mi labio disfrutando de la sensación de calor acumulándose en mi bajo vientre. Omar tiene sus manos puestas en mis nalgas y caderas ayudándome a moverme mas rápido, mas constante. Nuestros gemidos eran los únicos que hacían eco en el toldo mezclándose con el ruido de la brisa y los grillos que chirriaban en la noche.
No dejo de moverme, de darnos placer, de sentirlo hasta el fondo y cuando el orgasmo rebasa cada partícula de mi me dejo caer sobre su pecho. Omar sigue follandome una y otra vez hasta que también me sigue llenándome con su semilla.
Hemos atravesado grandes tormentas de arenas la mayoría causadas por mí, aunque no me arrepentía del todo.
Omar sale de mi entrada y nos acomodamos en la cama. Mi cara esta sobre su pecho, mis dedos acarician suavemente uno de sus pectorales —¿en qué piensas?
—Pienso en lo feliz que soy, y en lo mucho que me hubiera perdido si tu me hubieras liberado —respondo mirándolo a los ojos. Él sonríe y esconde tras mi oreja un mecho de mi cabello.
—No debí dañarte, no debí obligarte, pero no me arrepiento de haberte secuestrado. Mi preciosa esposa.
—Amarte como te amo es doloroso, pero aun así vale la pena —besos sus labios con todo el amor que siento por él.
El frio invierno está muy cerca pero junto nos enfrentaremos a ella.
OMAR.
Después de regresar de nuestra luna de miel en el oasis, volvimos a casa. No me he sentido del todo a gusto tener una barrera entre mi familia para entendí que era lo mejor, aunque mi madre había venido y se había disculpado por sus errores. Su arrepentimiento nos cayo de sorpresa, incluso mi padre estaba allí con su ceño fruncido, con la tristeza en sus ojos por lo de mi hermana.
Mi madre deseaba compartir con su nieto y sucesor de la mafia emiratí, Gema no estaba demasiado convencida, pero le perdono haberla herido y casi matado en el intento.
Ahora estaba allí sentada con nuestro hijo jugando en el jardín dándome la mejor vista de todas. Ella es mi familia, mi amor, mi vida, mi mundo. Ella se convirtió en lo único bueno que pude encontrar y verla allí en nuestro hogar, con nuestro hijo me daba la calidez y la paz que nunca en mi vida había tenido.
Nací para morir, nací para gobernar la oscuridad, nací para fingir ser ante la gente un distinguido hombre que provenía de una familia acaudalada, un jeque con poder en esta ciudad que vive del turismo, de las cosas caras. A pesar de todo y de que no me merezco tanta felicidad, soy un puto egoísta por amar y adorar, por retener a una mujer que desde el inicio fue mi prisionera convirtiéndola en mi esposa.
Pantera dorada, es así como la llaman en el inframundo porque me tenía bajo su poder.
'Amirat alsahra' es como las mujeres de nuestra tierra y mi familia la suelen llamar. Estaban en lo cierto, ella es una princesa del desierto, ella es mi reina, mi jequesa, mi diosa del alto bajo Egipto, ella lo es todo para mi como yo lo soy todo para ella.
Podremos vivir años en tragedias, pero seré plenamente feliz viviendo mis miserias con ella.
Gobernaremos juntos de la mano como dos amantes apasionados, mi reina de cabellos dorados, nuestros hijos contarán nuestra historia de amor y los hijos de sus hijos mantendrán nuestros nombres en la historia.
Camino hacia ellos y ella al verme toma a nuestro hijo en brazos y me espera con una enorme sonrisa. Tomo su rostro entre mis manos y sin dejar de mirar sus ojos murmuro.
—Te amo Jamil —murmuro sin dejar de mirarla.
Ella sonríe y mira a nuestro hijo —nosotros de amamos mas Hayati, no hay manera en este mundo que eso pueda cambiarlo ahora.
Sonrió —mi amor por vosotros va más allá de normal —nos damos un beso casto y nos abrazamos —nuestro destino es amarnos.
“Somos dos almas destinadas a amarse eternamente, adorarse y quererse hasta que nuestros cuerpos se desintegre”, nuestro destino es amarnos".
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CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBAR
RomanceGema Moore es una chica estadounidense que ha viajado a Dubái como modelo de la diseñadora Armani Ji, siendo su primer viaje fuera de los Estados Unidos se vio envuelta entre la emoción por esta enorme oportunidad, comienzo de su carrera como modelo...