Los días transcurrieron lenta y tortuosamente, me mantenía siempre en el mismo lugar, sentada en uno de los tantos sofás que hay en la habitación, mirando por la ventana, el jardin que de vez en cuanto suelo caminar por las mañanas. Estaba cansada, cansada del encierro, cansada de ver su rostro perfecto que desde que me escape me miran con mucho sigilo como si temiera que escapara de nuevo.
Eso es lo que me ha estado rodeando la cabeza, huir es la única solución para salir de aquí pero cada vez que un día pasa el otro y veo todo a esos guardias cuidando mi alcoba perdía la esperanza. Omar viene a mi recamara cada noche, hay veces que se queda a dormir, me tenso cuando su brazo me rodea la cintura y deja un casto beso sobre mi coronilla, hay veces que trae consigo una infinidad de bolsas llenas de ropas de marcas, maquillajes, cremas, joyas, incluso ramos de rosas blancas, me he visto admirando, sorprendiéndome con cada cosa que trae pero trato de disimular mi fascinación por el lujo, tratando todo lo posible no caer bajos tentaciones y no olvidarme de mi objetivo.
Y eso es salir de aquí.
Suelto un suspiro ahogado, con las lágrimas a punto de salir de mis cuencas, obstina de sentir este sentimiento opresivo, fastidiada de que me guste demasiado mi captor que a pesar de lo que hice y de lo que ocurrió no me ha obligado hacer nada, ni mucho menos se atrevido a tocarme de manera indebida, cosa que me fastidia ya que quiero que me posea, deseo que lo haga, que me tome y me someta a su voluntad.
“Tengo una grave enfermedad llamada Estocolmo”.
No deseo sentir cosas por él, no deseo fascinarme con su belleza arábica, odio sentir calor cada vez que sus brazos rodean mi cuerpo y me obliga a dormir pegada a él, aunque más que una obligación es una tentación, una tentación que mi cuerpo, mi coño, incluso mi corazón están dispuestos a pecar.
He tratado todo lo posible de no pensar en lo que paso aquella noche, esa donde me tomo con violencia y desato si ira conmigo, esa donde casi logro ser libre. También trato de no recordar las crudas ofensas de su madre, esa mujer no tiene límites, tanto que fue capaz de insultarme, de llamarme casa fortunas y prostituta, tuvo la santa osadía de ofenderme sin importarle que su hijo dejo muy en claro su obsesión por mí.
Pero no me calle, me defendí como pude y ella me cacheteo, me empujo y pateo sin una gota de piedad, esa mujer es una amenaza por lo que prefiero evitarla y mantenerla lo más alejada posible de mí.
Salgo de mi pensamientos cuando escucho la puerta abrirse y de ella entra Salome con un enorme ramo de rosas blancas y junto a ella una de las sirvientas trae la bandeja con el desayuno. Mayormente suelo estar dormida cuando ella entra y ya Omar se ha ido a trabajar pero esta noche no pude conciliar el sueño, incluso sentí como Omar se iba sin hacer el más mínimo ruido, lo último que escuche decirme fue un hasta pronto y beso mi frente como siempre lo hace.
De cierto modo ese simple acto hizo calentar una parte de mi corazón masoquista.
¿Cómo podría gustarme un hombre así, un hombre que fue capaz de tomarte contra mi propia voluntad, traerme a su enorme palacio marroquí y apropiarse de cada parte de mí?
Imbécil, si eso es lo que es, un hombre imbécil neandertal, loco, psicópata, obsesivo, impulsivo, atrevido, osado, malditamente hermoso, cariñoso, detallista, digno hijo de la madre que lo pario, todo un cabro, todo un hijo de puta que se cree inferior por el simple hecho de ser un príncipe de la oscuridad.
Lo odio, lo dio tanto que incluso mi corazón sangra, no puedo sacármelo de mi sistema y él se encarga de que nunca lo olvide, siempre está allí para recordármelo, para marcarme como mejor lo sabe hacer.
A través de sus besos, a través de sus caricias, incluso cuando me abraza y me hace sentir protegida, Omar Abbar quiere que sea dependiente de él y hay veces que creo que lo está logrando. Omar está logrando que dependa de su calor, de su forma de consentirme de hacer sentir amada y eso me está confundiendo, me está llevando a un abismo que no quiero caer.
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CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBAR
RomanceGema Moore es una chica estadounidense que ha viajado a Dubái como modelo de la diseñadora Armani Ji, siendo su primer viaje fuera de los Estados Unidos se vio envuelta entre la emoción por esta enorme oportunidad, comienzo de su carrera como modelo...