CAPITULO 18

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Dos mujeres se están encargando de mi nuevo guarda ropa, ahora que seré la esposa del flamante millonario Omar Abbar necesito tener todo un guardarropa nuevo que valla acorde a sus costumbres y también a las mías. Odio esto, admito que a pesar de que mi corazón desee estar a su lado otra parte de mi desea ser libre, correr y esconderme en un lugar donde nadie me reconozca.

¿Acaso tengo opción?

No la tengo, ya esta mas que claro que hasta que Omar no se aburra de mi él no me liberara. No tengo mas de otra que ser su mujer, la esposa que desde un principio planeo que seria.

Acepta tu destino, esas fueron las palabras que me ha estado diciendo cada vez que reclamo algo o demuestro mi disgusto por sus nefastas formas de vivir las mujeres musulmanas. Me dejo hacer, la modista hindú me toma las medidas para después retirarse junto a su sequito de diseñadoras.

No estoy feliz, lo menos que siento es felicidad, mas ahora que Omar se la pasa mas afuera que dentro de la casa, estoy tan cansada de no hacer nada, deseo trabajar, hacer algún oficio, pero ni siquiera puedo ayudar a limpiar porque después me caen la servidumbre negándose a que yo les ayude. Salgo de mi habitación dispuesta de librarme de este encierro.

Salgo de la mansión. Hay guardias por todos lados, incluso en las rejas hay cuatro hombres vestidos de negro con turbantes negros y lentes oscuros, parecen mafiosos árabes, voy a subirme en uno de los autos que están estacionados pero el chofer me detiene dice algo en árabe que no entiendo y llama a otros hombres que estar afuera también.

—¿Mi señora a dónde va? —frunzo el ceño.

—Quiero salir al centro comercial a comprar algunas cosas —responde neutral. Él me mira de arriba y abajo para después sacar su teléfono —¿qué diablos haces? —pregunto confundida.

—Voy a llamar al señor, el no nos dio el permiso de dejarla salir —responde, va escribir en su teléfono y se lo arrebato.

—No necesito su permiso, ahora dile al chofer que deseo ir al centro comercial Dubai Mall.

—Mi señora, ¿usted le pidió permiso al señor para salir? —niego —pues tiene que hacerlo mas ahora que se convertirá en su esposa.

Me quedo helada con lo que dice, algo dentro de mi se oprime a tal punto que deseo nunca haber aceptado esta vida.

 Suelto un suspiro pesado, solo quería ir al centro comercial para despejar mi mente, obstinadamente le entrego el teléfono al guardia y esté llama a Omar, lo veo hablar en su idioma por unos segundos para después pasarme el teléfono.

—Gema…

—Te odio —respondo con la mano derecha hecha puño. Tengo unos deseos de golpearlo de decirle muchas groserías hasta cansarme.

—Cariño, ambos sabemos que eso es una gran mentira —no respondo —ya le dije al guardia que tienes mi permiso para salir, no quiero que te alejes de los guardias, ellos te acompañaran a todas partes por cuestiones de seguridad —sigo sin responder, lo escucho suspirar —regresa temprano a casa deseo cenar contigo.

—Bien… —digo dispuesta a colgar.

—Hablaremos después sobre el tema de las sali…—cuelgo la llamada y le entrego el teléfono al guardia.

***

Me paso todo el día en el centro comercial, incluso ceno allí a pesar de la insistencia de los guardias de que regresáramos a la mansión le puse frente y les di un NO por respuesta. Compre mucha ropa, ropa que compre por puro matar el tiempo, a cada tienda que entraba una de las señoritas se encargaba de ayudarme a elegir prendas, a pesar de la opulencia nada me satisfacía, lo único que sentía era la tediosa incomodidad, la molesta palpando mi pecho, la desazón de sentirme como una mujer diferente no la chica común que estuvo un tiempo trabajando para una diseñadora de moda famosa.

CAER ENTRE LAS SABANAS DE OMAR ABBARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora