[Capítulo 1]

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La cabeza de Lan Xichen rebotó contra el piso, un zapato pisando fuertemente su espalda, impidiendo que el poco aire que pasaba por su nariz ensangrentada llegara con éxito a sus pulmones.

Gruñó, apretando la mandíbula.

—Hey, cachorrito, nuestro jefe quiere hablar contigo—se burló un joven alfa, con apariencia maniaca, del Jade Lan.

Con una última patada en la cabeza y otra en el estómago, el joven alfa se sacudió las manos y sacó un celular de su bolsillo. Con una sonrisa que mostraba su colmillo, le tiró el teléfono a Xichen, quien estaba arrodillado, agarrándose el estómago. Sangre escurría por su boca y nariz, su visión estaba borrosa por los recientes golpes. Todavía le quedaba algo de dignidad así que no agarró el teléfono.

—¿Por qué siempre me lo dejas tan difícil? —quejándose, el joven alfa jaló el pelo de Lan Xichen hacia atrás, el alfa mayor le gruñó, pero Xue Yang lo calmó dándole una cachetada con la parte dura de su guantelete. —Cállate y responde.

En ese momento, el celular sonó, el tono de llamada predeterminado era tan irritante para Lan Xichen, el dolor de cabeza solo se intensificó.

—Anda, habla.

Xue Yang contestó el celular, presionándolo fuertemente en el oído de Lan Xichen, instándolo a tomarlo en sus manos con un agarre de pelo más fuerte. El alfa Lan lo agarró de forma brusca.

—¿Todavía tienes el descaro de tardar en contestarme? ¿Y tus modales? —pregunta una voz burlona al otro lado del celular.

La voz, en otras circunstancias, se hubiera escuchado dulce y suave como la miel y varonil como ninguna otra, para Lan Xichen era un dolor de muelas. Irritante, doloroso y constante.

—Qué quieres—gruñó, Xue Yang le jaló el pelo más fuerte.

Juraría que ya le arrancó un pedazo de este. Su cuero cabelludo ardía.

—Deberías ser un poco más amable, no estás en circunstancias de ser grosero—la voz cantarina se divertía con el dolor en el cuerpo del alfa, sintiendo una mórbida satisfacción de escuchar los quejidos y lo difícil que era respirar para Lan Xichen.

—Solo escúpelo, ya bastante malo es que mandes a tu jardín de niños—se burló con nada de gracia.

Del otro lado del aparato se escuchó una estridente risa, como si hubieran contando el mejor chiste de toda la vida. Esa maldita risa.

—Oh, vaya, Xichen, has mejorado desde la última vez que hablamos, —el hombre del otro lado suspiró—cuidado, no hables de más, el niño que tienes al lado te puede cortar la garganta y sacarte los ojos con una mano atada a la espalda. ¿No has visto como mi jardín de niños dejó a tus hombres más fuertes?

Lan Xichen regresó a ver a sus lados, sangre por todas las paredes y cuerpos siendo apilados uno tras otro por los hombres de ese sujeto. El olor a hierro inundaba sus fosas nasales, los olores combinados de sus hombres con los de ese malnacido.

Todos sus hombres fueron emboscados cuando pensaban cerrar un negocio muy grande, con alianzas beneficiosas para, tal vez, darle fin al Patriarca de YiLing, grande fue su sorpresa cuando se vio sometido en el piso y a sus hombres peleando con todo lo que tenían, para terminar, siendo una pila más en los cadáveres de los túmulos funerarios.

—Solo dime que quieres—suspiró el alfa mayor.

No lo culpen por rendirse, ¿ok? Está cansado del tira y afloja que tiene con el Patriarca. Siempre es lo mismo, las bajas en sus hombres desde hace años son preocupantes.

—Esta vez te vas a alegrar, yo sé que sí. Vengo con un tratado de paz.

—¿Tratado de paz? —dijo Lan Xichen sin poder ocultar la sorpresa que se reveló en su voz.

—Así es, mi buen amigo Lan Xichen, vengo con una oferta o un acuerdo, llámalo quieras.

—Habla.

—Esta es mi oferta para que exista algo de paz entre nosotros... entrégame a la belleza de Gusu y a cambio te daré unos meses de paz, ¿qué dices? —expone como si fuera la mejor idea de todo el maldito mundo.

—¿Belleza?

—Sí, ya sabes, en Gusu hay muchos omegas preciosos, solo debes elegir uno para que me entretenga. ¡Soy extremadamente piadoso! En vez de yo ir y elegir por mi cuenta, dejare mi próximo juguete a tu gusto. No espero mucho, la verdad, tienes gustos de mierda.

—Me parece estúpido.

—Aow, Xichen, hieres mis sentimientos.

—¿Tú crees que soy estúpido? Has estado como un grano en el culo con los Lan, ¿y resulta que todo se hubiera evitado si te daba a alguien para follar de Gusu? ¡Estas enfermo! ¡Infeliz malnacido! ¡Hijo de puta! — grita, más histérico de lo que jamás ha estado en toda su vida.

Xue Yang le da un puñetazo en la cara.

Y Lan Xichen le agradece, porque de alguna manera estabiliza sus pensamientos antes de entrar en un ataque de ira y la razón se vaya a la mierda.

El alfa mayor escupe sangre, respirando con dificultad, el dolor le quita el sentido del equilibrio y cae de frente al suelo, estrellándose en toda su cara bonita.

—Don Lan—Xue Yang puso el alta voz al celular, su tono de voz dejó de ser juguetón a ser frio y cortante como un pedazo de cristal, un tono que promete muerte— solo le pedí una respuesta de si y no, como veo que la familia Lan todavía es una bola de incivilizados que no saben responder una pregunta, espero su respuesta con un moño de regalo en la cabeza a la dirección que se le dará en este celular, a más tardar el día viernes a las seis de la tarde en punto—gruñó lo último. —Me gusta la puntualidad, espero que lo recuerdes. Hasta entonces.

Xue Yang colgó el teléfono, le dio una sonrisa de lado al alfa que se veía tan lamentable tirado en el piso en un charco de su propia sangre. Con el celular le dio unas palmaditas en la mejilla.

—Ya escuchaste al jefe, cachorrito, empieza a buscar al omega más hermoso para que el Patriarca se divierta un rato—con una última carcajada al ver al don de una poderosa familia luciendo tan patético, le aplastó la mano izquierda con su pie por pura diversión y se fue.

Lan Xichen se quedó solo. 

Misión: GusuLan debe caer [XianWang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora