Misión: GusuLan debe caer [XianWang]

[Capítulo 23]

⚠Advertencia: Lenguaje soez.

Olfateó.

El olor era repugnante en el mejor de los casos.

Una combinación de olores desagradables y putrefacción era lo que se percibía en el aire.

Lan WangJi no sabía si eran olores de otras personas o del lugar en donde estaba. Se sentía bastante desorientado, su cabeza daba vueltas y tenía un dolor punzante en la parte posterior de esta. Apretó más fuerte sus ojos, quiso frotar sus manos en sus sienes, pero una presión en sus muñecas impedía que pudiera moverlas.

Los estaban siguiendo y después... Song Lan perdió el control del auto.

Song Lan y Xiao XingChen.

¿Dónde están?

El dolor en su cabeza se intensificó.

Dolía horrores.

Lo último que recuerda es que... le estaba marcando a Wei Ying, el auto perdió el control y después oscuridad.

Wei Ying.

¡Wei Ying!

—Te dije que esta idea no funcionara, ¿cómo puede ser él? —Lan WangJi escucha a alguien quejarse, pero la voz suena tan lejana y con mucho eco.

—Claro que es él, idiota, ¿quién más que él llevaría guardaespaldas del Patriarca? —otra voz se le unió a la primera.

Despejó su mente, tratando de concentrarse en las voces.

—¿A quién llamas idiota, perra malagradecida?

—Escúchame bien, pedazo de imbécil, a mí no me hablas así. Sin mí, no serías absolutamente nadie, eras más insignificante que la basura antes de conocerme.

El omega Lan escuchó una serie de gruñidos que le pusieron la piel de gallina. Estaba atado de manos y muy vulnerable, una pelea entre estas dos personas con él en este estado lo ponía en una posición desfavorable.

—Agh, ¿tengo que soportar su pelea de pareja siempre? Cuando recupere lo que es mío, les daré su parte y se largaran de mi vista lo más rápido posible—Un momento, Lan WangJi jura que ha escuchado esa voz antes.

Una voz arrastrada y ronca, de un hombre, totalmente. Lan WangJi trata de enfocarse, buscando en su mente el recuerdo de esa voz. Parece que la escuchó cuando era muy pequeño, le suena familiar.

—Así que, es este mocoso.

Siente la presencia del hombre acercándose a él, escuchando los pasos cautelosos.

—Sí, tío, es él. El imbécil aquí a mi lado juró verlo en Abismo sin Fin, seguido de los guardaespaldas personales del Patriarca.

—Mmmm, se me hace vagamente familiar.