[Capítulo 24]

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Quedar inconsciente y despertar en una habitación extraña se le estaba haciendo una costumbre. Una muy mala costumbre. Lo odiaba.

El omega se removió, sintiendo las suaves sábanas hacer fricción contra su piel, todo olía a alcohol y a limpio. Mucho mejor que donde estaba antes. Inhaló todo el aire que pudo, llenando sus pulmones y después exhalando lentamente. Se permitió estirarse un poco, desadormecer todo su cuerpo entumecido y con dolor en ciertas partes.

—¡Ya te dije que no me voy a mover de aquí, Wen Qing! ¡Así que aleja tus agujas de mí!

—¡¡Wei WuXian!! ¡Ni se te ocurra mostrarme los colmillos!

—¡Doctora Wen, por favor!

—¡A-Xian, basta!

Oh, eso se escuchaba como una pelea fea.

Se obligó a abrir sus ojos, aunque lo que más quisiera él es mantenerlos cerrados un poco más, ya que todavía le pesaban mucho y quería descansar otro rato.

Mentalizándose que podía descansar en los brazos de su alfa más tarde, hace su intento de despertar.

Al abrir sus dorados ojos, lo primero que lo recibió fueron los tonos cálidos de las luces en la habitación. Parpadeó un par de veces hasta que se acostumbrara a la claridad, estuvo encerrado en un cuarto donde la luz era escasa, tener un golpe de luz era molesto.

Cuando por fin pudo abrir sus ojos sin sentir la molestia de la luz, giró su cabeza hacia ambos lados, reconociendo el cuarto de hospital, junto con todos los aparatos conectados a él y los sillones de espera dentro de la habitación. Se notaban que habían estado ocupados, ya que logra identificar objetos personales, como una bolsa, un abrigo y celulares.

Trató de incorporarse, fallando miserablemente en el intento. Quiso sostenerse con sus dos brazos, pero se dio cuenta que uno de sus brazos, específicamente el izquierdo, donde recibió el corte profundo de la navaja, estaba vendado y con un cabestrillo inmovilizador. Su espalda dolía por montones, ahogando un gruñido por sentirse inútil, vuelve a su posición acostada. Observa detenidamente el suero que gotea desde su soporte, muy por encima de la cabeza de Lan WangJi, también, analiza las máquinas donde miden su ritmo cardiaco.

—¡Wei WuXian! ¡En tu estado debes irte a tu casa! ¡No puedes estar aquí!

—¿¡Y quién me va a mover de aquí?! ¡Yo no me iré sin mi omega!

Ah, ese era Wei Ying. Su alfa.

Su lobo omega rodó y chilló feliz, su alfa estaba aquí, con él, no lo dejó solo. Lo llamó, inconscientemente, a través de la marca, aullando para que corriera a sus brazos, necesitaba tenerlo a su lado.

Una bomba de felicidad y alivio estalló en su pecho, dejando un rastro cálido y acogedor por todo su ser.

Al parecer, Wei Ying también sintió la repentina felicidad y el llamado, porque al minuto siguiente, estaba abriendo la puerta de la habitación con un ruidoso golpe.

Lan WangJi se mentiría si dijera que no estaba impresionado con la apariencia de su alfa. Parecía totalmente fuera de sí.

El alfa entró agitado, luciendo la misma camisa con la que despedazó a Jin GuangShan, cubierta de sangre y de quien sabe que otro líquido, su pulcro cabello negro que siempre estaba peinado ahora era un desastre, mechones volaban en todas direcciones y su rostro, su rostro, era el epitome de un hombre que pensó que iba a perderlo todo.

Ojos rojos grandes y desamparados, ansiosos y con mucho miedo.

—¡Lan Zhan! ¡Mierda, mierda, mierda!

Misión: GusuLan debe caer [XianWang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora