[Capítulo 25]

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Prendió el encendedor.

Acercó la llama al cigarro, donde dio una profunda calada.

Los bastardos llevaban horas suplicando piedad, los gritos ya empezaban a provocarle dolores de cabeza. Cerró los ojos y expulsó el humo.

Un golpe fue lo único que se escuchó, seguido de una tos.

—¡Todo fue culpa de mi tío! ¡Tienen que dejarme ir!

—¡Olvídense de él! ¡Libérame a mí! ¡Les juró que jamás volveré a tocar territorio del Patriarca!

Dio otra calada al cigarro, observando como esos miserables se retorcían como gusanos. Uno de los subordinados a su mando se acercó a él.

—Ya llegó—le susurró en su oído.

—Bien, hay que tener listos a los imbéciles—escupió. Esa era la señal para que los subordinados acomoden a las tres personas amarradas.

Una de las tres personas estaba tan desfigurado de la cara y cuerpo, había llegado con ropas andrajosas y sucias, ahora esas ropas serían un lujo para él, pues estaba desnudo y tiritando de frío con heridas grotescas cubriendo su cuerpo, específicamente una venda mal atada en su torso donde se notaba que la sangre salía por montones. Se les había ordenado mantenerlo con vida, suministrándole morfina para que siguiera despierto y respirando.

Los otros estaban amarrados juntos, con sangre escurriendo de sus muñecas y tobillos por lo fuerte de las ataduras y por el tipo de cuerda que usaron, una especial para provocar el mayor dolor posible en quien se usa, con pequeños pinchos puntiagudos y filosos, se sentía como si tuvieran agujas presionando contra la piel.

El sonido de un par de zapatos resonó en todo el lugar, las personas que estaban ahí se pusieron firmes y en fila, esperando.

El dueño de los zapatos apareció en toda su gloria, seguido de un muchacho alfa de no más de 20 años y unos cuantos subordinados. La pareja amarrada no podía creer que ese alfa tan joven fuera el líder de la mafia más temida del país, su cara era un misterio para todos sus enemigos, siempre manteniéndose oculto de los medios.

—Chen Hui—llamó el alfa.

—A sus órdenes, Patriarca—Chen Hui se inclinó, en señal de respeto.

—¿Me permites? —señaló el cigarro que sostenía Chen. El beta asintió y extendió el cigarro al Patriarca.

El alfa Wei lo tomó y se acercó a la persona más deformada del grupo, quien trató de escapar arrastrándose hacia atrás, lejos del Patriarca. Wei WuXian sonrió, mostrando sus colmillos. Fue delicioso observar el miedo de Jin GuangShan en su patético rostro. Con la mirada les ordenó a dos hombres que agarraran al Jin, para que no se moviera de su lugar.

Sin clemencia estampó la colilla de cigarro en la piel del beta mayor. El Jin soltó un alarido de dolor, el primero en muchas horas.

—La primera vez que te vi, tenía 10 años—dijo Wei Ying, una vez que la colilla cumplió su función la deshecho. —Y me pareciste el tipo más asqueroso que pude conocer. Vanagloriarte de tus riquezas, riquezas que no conseguiste con tu sudor ni sangre, un camino que habían tallado por ti para ponerte en la cima. Me diste asco.

Extendió su mano hacia atrás, donde Chen Hui le pasó otro cigarrillo.

—Fue decepcionante ver como Madam Yu quería tener lazos de alguna manera contigo, ofreciéndole a JieJie un matrimonio con tu hijo. —Chasqueó la lengua, dejando caer la colilla ardiendo en la piel magullada. —Y cuando empezó la guerra, —soltó una carcajada. —Fuiste el mayor bufón de Wen RouHan, todo para que no volteara en tu dirección. ¿Te cuento que pasó?

Misión: GusuLan debe caer [XianWang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora