XXIII- I just wanna die

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Muchas veces me siento como la mierda. Bueno. A quien voy a engañar? La mayoría del tiempo es así.

Da igual donde esté y que esté haciendo.
Ya sea escuchando música, en clase, en la ducha... esa profunda y hueca sensación me invade poco a poco, y finalmente, esa sensación vacía y melancólica, me llena, invadiendo mi interior y solo pudiendo salir a traves de las rendijas de mi piel, perfectamente paralelas. Y voy dejando escapar mi infierno poco a poco, gota a gota, mi infierno se diluye sobre mis multiples notas de suicidio en forma de sangre. Abro cada día un poco más las puertas de mi infierno, de mi piel, con mi preciada llave, mi preciada cuchilla, la única capaz de sacar todos mis demonios y liberarlos.

Pero no puedo. No puedo seguir así, tengo que detenerme, me estoy destruyendo a mi mismo, pero no puedo parar, mi adicción a esa sensación de desforia y tristeza esta fuera de control, y no puedo parar.

Y todas mis cicatrices, mis lagrimas, mis gritos, mis cenizas, la tinta que forma mis delicadas palabras late a la par de mi corazón, hace tiempo muerto, rigido, inmóvil atrapado en su prisión de marfil, asfixiado por mi mente, que me destruye un poco mas con cada infernal silaba.

Pero quiero gritar.

Gritar de verdad, pedir auxilio y que alguien me escuche. No como mis gritos mudos las mil veces que me he negado ante un plato de comida, ni como las millones de veces cuando me he dormido entre lagrimas en mi cama, ni como cuando mis puños se comen las paredes en busca de un desesperado desahogo, ni cuando he rasgado mi piel pidiendo auxilio desesperadamente. No.

Me he cansado de ser ignorado.

Quiero salir de la penumbra de mi habitación y gritar, gritar como nunca he gritado, liberar todos los demonios que, incapaces de salir a través de las rejillas de mi destrozada y maltratada piel, se acumulan en mi interior, matándome. Y sentirme libre por una ultima vez en mi "vida".

Pero en ese momento me doy cuenta de que a penas me quedan fuerzas para seguir viviendo, y continuo aquí, consumiendo oxigeno sin respirar.

Llorando sin razón.

Lágrimas, sangre y tinta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora