Salgo a la calle. Es de noche. Las farolas están apagadas y no hay ningún rastro de luz ni de la vida muerta de los monótonos y superficiales humanos que me rodean en mi soporífera rutina diaria.
Nadie absolutamente nadie, pero no me invade el sentimiento de soledad que acostumbro tener cuando me encuentro rodeado de gente. No.
Soy el rey de la noche.
Corro y grito, miro a las estrellas y me doy cuenta de los pequeño e indefenso que estoy ante la inmensidad de la noche que me rodea, pero eso me hace sentir fuerte y valiente. Dejo que la oscuridad me posea una vez mas, que penetre cada poro de mi piel, me llene y expulse la mierda de mi rutina. La noche se mete a traves de mis cicatrices y libera mi locura, libera al monstruo, "por ultima vez", pienso, aunque no sea verdad.
Mi monstruoso ser corre, desesperado, como un animal enjaulado al volver a ver la luz del sol, pero aún así esta controlado, manso y tranquilo, pero fiero y monstruoso. Grito y una vez me uno a la noche en esta eterna danza tenebrosa, mis pies evitan el suelo y el rugido del mar deshace los nudos de mi mente, bailo con los murciélagos y los demonios bailan conmigo.
EN ese momento me doy cuenta, no me atrae la oscuridad.
Yo soy la oscuridad.