Capítulo 19. (Nombre)

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Ya pasaron unos días de la que estoy en el palacio, todo ha salido bien por ahora, al Rey no lo he visto desde el día que casi muero ahogada. No entiendo a ese hombre, ¿Por qué ahora me tiene acá y no en el calabozo? No quiero estar ahí de nuevo, pero es raro que este aquí, me siento bastante sola, porque no salgo del palacio, solo me la pasó caminando por los mismos pacillos como si fuera fantasma.

Ahora decidí entrar a alguno de los cuartos que se encuentran en los pasillos, para no estar tan aburrida, entrare al que me llame más la atención, voy caminando observando cada puerta y decido pasar de largo y dirigirme a otro pacillo, en cada esquina se encuentra una planta seca, no entiendo eso, ¿Por qué no le echan agua?, ¿Acaso no tienen?, cruzo hacia la izquierda y sigo observando las puertas, cada vez que avanzo hay menos luz, solo se ven a lo lejos unas antorchas que iluminan una puerta al fondo del pacillo, me dirijo hasta haya, al llegar me percato que esta puerta es diferente a las demás, tiene símbolos que no entiendo y en medio tiene un cuadro con diferentes figuras, es de madera y totalmente café oscura, decido ver si puedo entrar al cuarto, con cuidado abro la puerta y esta chilla, lo hago más despacio, observo el fondo del cuarto, veo que es una habitación y esta iluminada, tiene una cama en medio, encima de esta veo que hay una funda hecha por piel de animal, esta es de color negro, también se encuentran plantas totalmente secas en cada esquina de la habitación, hay una mesa hecha de la misma madera que la puerta, esta es redonda, como si hayan cortado un árbol enorme y vinieron a poner un pedazo acá, no puedo ver más porque no hay luz suficiente, la habitación solo tiene dos antorcha en medio.

-¿No te han enseñado a no meterte en habitaciones ajenas? Esa pregunta me hace brincar del susto, no sabía que alguien estaba, no había visto a nadie.

-Yo no...que..lo siento- Es lo único que pude decir, estoy muy nerviosa.

-No lo vuelvas hacer.

-No...espera, ¿tú eres el Rey?

-Hasta ahora te das cuenta.

-Sí.

-Sí, soy yo, ¿te puedes ir?

-¿Por qué estas escondido?

-No lo estoy.

-¿Por qué no te dejas ver?

-Porque no quiero.

-¿Qué tienes?

-Nada

Me acerco donde él está para poder verlo.

-No te acerques- Me detengo.

-¿Por qué?

-Vete.

-No me iré hasta verte.

-¿Cómo que eres muy terca verdad?

-Sí.

Escucho que se levanta de una silla, puedo ver su silueta, veo que se acerca, trae armadura, su cara esta descubierta, cuando llega cerca de mi veo que sangra su labio y arriba de la ceja tiene una cortadura.

-¿Qué te paso?

-Tuvimos una batalla.

-¿Por qué no te has curado eso?- Le señalo con el dedo índice las heridas que tiene.

-No es nada.

-Te está sangrando.

-Esto no es nada, hubieron soldados que perdieron la vida.

-Pero tu aun estas vivo, siéntate te curare.

-No es neces....- No lo dejo terminar.

-Cállate y espérame aquí, ya vuelvo.

Salgo corriendo hacia la cocina para llevarme unas compresas con agua para poder limpiar la herida, y también tela limpia para poder secar.

Cuando llego él está recostado en la cama, pongo todo en la mesa y le indico que se siente, cuando se intenta levantar veo que se queja y se toca la parte derecha del abdomen.

-¿Qué tienes ahí? -Le vuelvo a señalar el lugar.

-No es nada.

-Quiero ver.

-¿Puedo negarme?

-No.

Se empieza a quita su armadura, quedando totalmente desnudo en toda la parte superior de su cuerpo, tiene un cuerpo bastante tonificado, se le marca su abdomen, sus brazos son gruesos de puro musculo y su piel es totalmente blanca, veo que tiene un morete en la parte baja en el lado derecho de su abdomen. Me acerco a él, veo que el observa cada paso que doy, quedo a una distancia prudente, soy demasiado baja a la estatura de él, quedando mi cabeza en su pecho, paso mis manos donde está el morete.

-¿Te duele mucho?

-No tanto.

Aprieto un poco más la zona y él se queja.

-Se nota- Lo miro directamente a los ojos y el igual a mí, no puedo sostenerle la mirada y voy por los paños húmedos.

-siéntate- Le ordeno y lo hace.

Empiezo a curarlo, primero arriba de la ceja, y luego su labio, puedo sentí el calor de su respiración en mi mano, sus labios están de color rosado intenso. Y me recuerdo que no se su nombre.

-¿Cómo te llamas?

-Elam.

UN AMOR EN SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora