1. Las voces.

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«Mi alma está en un estado lamentable, así que ven aquí… amante vacía»

Tres meses después del cumpleaños de Nathan.

— Apaga eso. —gruñó Louis.

— Los niños están escuchando — contestó Harry frenando el auto en un semáforo rojo. El tono de su voz bajo y sospechosamente calmo. — Y por favor deja de gritar que hoy no tengo ganas de aguantar tus gritos.

— Cierra la boca Harry, ó te juro que...

— ¿Qué?- preguntó Darcy, quien iba sentada en la parte de atrás, al lado de Nathan.

— Te dije que no debes meterte en las conversaciones de los mayores un millón de veces. -dijo Louis mirándola de reojo sobre su hombro.

Harry la miró por el espejo retrovisor antes de hacer una pequeña mueca para hacerla reír. Nunca diría en voz alta lo que le molestaba cuando Louis se despertaba con sus días de mal humor.

Yo soy tu amigo fiel… -cantó Darcy animada por la música. Le gustaban mucho las canciones de las películas de Disney.

Louis contó mentalmente hasta diez, diciéndose que no estaba siendo justo con sus hijos si se enojaba sin tener razón. Louis estaba estresado, y por momentos llegaba a pensar que no estaba hecho para la vida familiar. Los gastos estaban por un lado, los niños por otro y por último, hacía semanas que Harry no lo tocaba, sumado a que últimamente no podía dormir más de dos horas sin ser despertado sin razón aparente.


— ¡Yo soy tu amigo fiel! - cantó con más fuerza Darcy, acabando con la poca paciencia que inútilmente, Louis intentaba guardar.

— ¡Solo callate! -gritó Louis apagando la música. La miró de mala manera. — ¡Me estás aturdiendo!

Harry frenó el auto a un lado de la calle, sin importarle que se habían detenido en un semáforo en verde y que muchos conductores comenzaron a insultarlo.

— ¡Basta! -gritó Harry. — ¡¿Cuál es tu maldito problema?! Tus gritos me aturden con un demonio ¡¿Qué es lo que te pasa?!

— ¡Nada! -gritó en respuesta el menor, respiración agitada y las manos ligeramente temblorosas. — Sino soportas mis gritos, al diablo, no voy a viajar en el mismo auto que tú, imbécil.

— Vale -se estiró sobre Louis y abrió la puerta. — eres libre de caminar.

Louis se bajó y cerró la puerta fuertemente.

Harry suspiró, mirando por el espejo retrovisor los ojos aguados de Darcy y la sonrisa pequeña de Nathan quien no entendía nada de lo que sucedía.

— Yo lo siento… -balbuceó Darcy al mismo tiempo que Harry ponía en marcha el auto.

— No es nada cariño. Tú padre solo se levantó con mal humor ¿Sabes? El enojo no le durara mucho, ya verás. -comentó Harry mientras volvía a encender la radio.

No se volvió a decir otra palabra en el trayecto a la escuela a la que asistía Darcy. Ella venía silenciosa atrás, con la mirada en sus manos y la sonrisa apagada

— Hey, cariño no te sientas mal. No hiciste nada -dijo Harry estacionando el auto. La miró por el espejo retrovisor. — A veces nosotros los adultos… nos levantamos así. Por esa razón espero que tu, nunca crezcas.

Darcy rió sin aliento al mismo tiempo que Harry bajaba del auto y abría la puerta trasera para que ella pudiese bajar. No quería decir que tenía un favoritismo por ninguno, pero en mañanas como esas, Darcy no podía evitar ver a Harry como su héroe.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora