34. La discusión.

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«No me sonrías, mienteme»

Horas antes…

— Quiero que me dejes en paz.

No era la primera vez que lo veía. Lo llevaba haciendo en sueños desde aquel día. Stan estaba presente desde entonces; parecía que enterrar su cuerpo no había servido de mucho.

No comprendía porque todavía lo veía ¿No lo había matado? William estaba igual de sorprendido que él, cuando lo vio caminar como un brisa ligera por los pasillos del hogar que solía tener Harry. Nunca le había prestado atención.

No hasta que comenzó a verlo con más frecuencia, hasta que un día, se instaló y no se fue.

¿Qué miras tanto? preguntaba muy a menudo a Mark cuando estaban en la mesa, pero ¿Cómo le explicaba que estaba viendo a su amigo, a su amante, al que había matado y enterrado en el patio trasero de su departamento?

Nada respondía automáticamente y desviaba la mirada hacia el plato que nunca comía. Decían que estaba muy delgado; que quizás por eso se desmayaba tanto. Louis se aseguraba de convencerlos que era algo del momento aunque cada vez las cosas fuesen menos creíble.

Había escuchado a Mark llorar una madrugada, porque no entendía que pasaba con él ¿Y cómo le explicaba lo que él no entendía? ¿Quién le quitaba de la cabeza los recuerdos de ese pasado tóxico? ¿Quién le borraba de la mente a Ana, su sonrisa y ojos vacíos? No era fácil tan solo pedir ayuda cuando le había encontrado el gusto a aquello, a lo tóxico.

Le encantaba sentirse vivo; sentir que todavía había una parte de él que sentía, que dolía, que aún era un humano y no solo un títere de demonios imaginarios.

Aunque la realidad fueses desastrosa, la aguantaba. Porque quizás, ver a Stan incluso cuando sabía que estaba muerto no estaba tan mal.

Así no sentía que lo extrañaba, solo que a veces le molestaba.

— Quiero que te vayas -insistió mirándolo. Stan estaba desnudo como la última vez que lo vió con vida. Llevaba en el pecho una herida que nunca dejaba de sangrar y que, al igual que William, nunca manchaba el piso.

— Pero te amo.

Louis apretó los ojos. Stan no movía la boca cuando hablaba pero escuchaba su voz; el tono exacto que habían usado aquel día cuando le confesó su amor.

A Louis le dolía.

— Estoy asustado. Por favor, vete.

— Pero estoy enamorado de ti.

Louis apretó los ojos con más fuerza, cuando sintió los pies de Stan arrastrarse suavemente por el piso. Apretó los labios también cuando sintió que lloraría; no lo haría. Le dolía la cabeza de tanto hacerlo.

— Estuve enamorado de ti desde el primer momento en que te vi.

Louis abrió los ojos, encontrándose con el rostro de Stan a centímetros del suyo. Apenas rosaba sus labios. Sus ojos estaban tan inexpresivos como esa vez.

Louis no lo soportaba.

— Por favor, detente…

Cerró los ojos cuando los labios se Stan, que estaban fríos, capturaron los suyos en un beso lento, suave, como ese último beso que compartieron. No sabía a nada, no lo sentía. Le dolía la ausencia de aquella breve magia que experimentaba cuando lo besaba, cuando lo tocaba. Stan no era el que tenía en frente, pero le gustaba pretender que si. Se convenció de ello.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora